viernes, 12 de septiembre de 2025
Neiva/ Creado el: 2020-02-19 03:33

El rebusque como acto de supervivencia

Basta con mirar alrededor para darse cuenta que los rostros del rebusque callejero son el vivo retrato de que si se quiere, se puede.

Fotos: Tatiana Ramírez

Escrito por: Redacción Diario del Huila | febrero 19 de 2020

Por: Liz Farfán

Indalés de Pereiranos es uno de los miles de trabajadores informales que se rebusca la vida para sobrevivir en la capital del Huila. A las afueras del Templo Colonial, bajo la sombra de los árboles que opacan el imponente sol que sin duda es el primero que avista las calles, se ubica este señor de aproximadamente 45 años con una sábana desgastada que tiende en el piso donde se dispone a exponer todas sus artesanías. Según él, visita la ciudad dos veces al año con el fin de encontrar suerte o al menos, rebuscarse lo del diario. La situación radica en que don Indales es desplazado por la violencia y así como él, existen muchos más a nivel local que intentan sobrevivir en un país donde las posibilidades de salir adelante para aquellos que han sido marginados por la violencia, son cada vez más escasas.

Camino por el centro de la ciudad y noto como los seres humanos por naturaleza discriminamos, ignoramos o rechazamos una venta o en su defecto, algún trabajador informal, que se rebusca un empleo ligero en la calle para subsistir mínimamente durante el día. Hemos naturalizado tanto el hecho de ignorar a estas personas, que no nos damos cuenta que al igual que todos, tienen y sufren necesidades; tal vez no sean las mismas, pero desde la comodidad, muchos omitimos el bienestar ajeno.

Siendo aún muy temprano en la mañana, los trabajadores informales siguen llegando a su lugar de trabajo a instalarse y sobre todo, a prepararse para un día largo y caluroso. Y aunque la ardiente Neiva es así por naturaleza y sus oriundos catalogados como personas lentas o perezosas -tal vez tenga que ver con el acento o por el mismo calor que apacigua a la mayoría de sus habitantes- a la hora del rebusque, la gente le madruga a la informalidad y a las mal llamadas ventas callejeras que van desde tinto en el Parque Santander hasta cientos de productos que consumen los opitas, ya sea para calmar el hambre o como soporte técnico.

El paisaje sonoro de la calle y su naturalidad, se mezclan con innumerables frases como “a la orden, a la orden” y aunque la mejor forma de encontrar algo rápido y a un precio cómodo, definitivamente es saliendo a la calle, caminando y sumergiéndose en la cultura popular, es innegable que esta modalidad muchas veces ha estado estigmatizada por la crítica y el inconformismo de ciertos citadinos o bueno, ciudadanos para no incomodar. Pese a esto y como castigo divino para aquellos que siguen estando en desacuerdo con esta práctica, la mayoría de negocios que existen a lo largo de las calles de la capital, son informales.

Y así como pasa con los colores, los gustos están a la orden del día para aquellos que prefieren salir al centro; definitivamente los más apetecidos por una gran parte de la comunidad. No obstante, parece que muchos prefieren salir temprano para así evitar la congestión del día que cada vez se vuelve más tediosa debido a las altas temperaturas que cobijan por estos días a la ciudad.  

Sin duda, Neiva está minada de ventas informales y esto trae consigo el rebusque callejero, una modalidad o más bien una condición a la que se suman cada vez más personas, pues esto les permite conseguir honradamente unos cuantos pesos en lugar de pedir en las calles; sin embargo, esta última es una situación inminente que se presenta casi que a diario, pero a diferencia de las personas que solo se limitan a pedir, los rebuscadores confirman que es preferible emplearse de esta manera y no pidiendo en las calles a causa de los innumerables rechazos. Factor que vincula muchas de las historias que se escuchan de estos trabajadores que tienen más cosas en común de lo que parece.

En definitiva, los rostros del rebusque callejero son el vivo retrato de que si se quiere, se puede. Frase de cajón o no, es literal, o fíjense cuando vayan por la calle en cada uno de los gestos de las personas que se paran frente a los semáforos vendiendo dulces o los que ofrecen tinto a 500 pesos en sus termos recorriendo la ciudad sin importar el clima. Quiéranlo o no, es su método y su trabajo temporal mientras logran encontrar algo mejor.

Así que si usted es de los que apoya la informalidad o de los no, no olvide que todos tenemos la capacidad de ser empáticos. Contribuir no solo requiere comprar con dinero.

Larga vida al rebusque, siempre y cuando sea para un beneficio colectivo.