El hogar, el lugar más peligroso para las mujeres
El 93 % de los asesinatos ocurridos hasta el pasado 31 de octubre permanecen en la impunidad. Ayer se conmemoró el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Muchos de los casos quedan en el anonimato y otros en el olvido de las autoridades.

Por Rolando Monje
En Colombia durante el 2020 el Observatorio de Feminicidios Colombia ha registrado 445 feminicidios. Según las cifras recopiladas por la campaña en el ‘Estudio sobre feminicidio en Colombia 2020’, febrero registró 28 feminicidios documentados, el número más alto de casos: En septiembre, en la última etapa de la cuarentena generada por la pandemia de covid-19, los casos volvieron a incrementarse: 26 asesinatos de género.
El departamento con más feminicidios es Antioquia, con 34 casos registrados, seguido de Valle del Cauca, con 31. En Atlántico se cometieron 14 de estos crímenes al igual que en Bolívar. En Bogotá, por su parte, se documentaron 18 feminicidios.
Huila
La Fiscalía General confirmó que en Huila el 83% de los casos que han logrado esclarecer de feminicidios, presentados entre el año pasado y lo que va del presente, han sido por violencia intrafamiliar a mujeres con edades entre los 27 y los 59 años de edad.
Desde el año pasado y lo que va del 2020 se logró el traslado de más de 400 escritos de acusación por violencia intrafamiliar en el marco de la ley abreviada y acusador privado, resultados obtenidos a través de jornadas que se hacen de manera periódica con el fin de descongestionar los despachos Cavif y darles celeridad a los procesos.
Los casos que más se presentan en esta región del sur del país y del que son víctimas las mujeres tienen que ver con violencia intrafamiliar, feminicidios, homicidios o delitos sexuales.
Dos casos ocurridos en el departamento del Huila han sorprendido a todo el país. El primero de ellos ocurrió el 4 de enero, cuando luego de cuatro días de luchar por su vida falleció Jessica Alexandra López, en el Hospital Universitario Hernando Moncaleano de Neiva (Huila). La madrugada del 31 de diciembre su expareja la roció con gasolina y le prendió fuego, junto con su pequeña hija de tres años, dejándolas en crítico estado de salud. La niña sí sobrevivió a la agresión.
Su historia de dolor se suma a la de otras 208 niñas, adolescentes y mujeres víctimas de feminicidio, cuyos casos ha documentado el Observatorio de Feminicidios de la campaña No Es Hora De Callar, entre el primero de enero y el 31 de octubre de este año.
De los feminicidios en los que se logró identificar antecedentes de violencia en contra de las niñas o mujeres, el 37 por ciento correspondió a agresiones sicológicas; el 33 por ciento, a físicas; el 10 por ciento cometió abusos sexuales y en la misma proporción algún tipo de amenaza. Cerca del 8 por ciento de los victimarios tenía una denuncia por el delito de violencia intrafamiliar, según registró el Observatorio de la campaña. Un agresor más tenía un antecedente de feminicidio y, pese a esto, estaba en libertad.
López, fue capturado días después de haber atacado a Jessica Alexandra y a su hija. Le imputaron los delitos de feminicidio agravado y homicidio agravado en grado de tentativa, cargos que no aceptó. Pero este es un caso excepcional.
Del total de feminicidios, en poco más de la mitad se ha capturado al responsable. En el 34 por ciento de los casos no ha habido una captura y en el 11 por ciento de los crímenes, el culpable se suicidó.
Esclarecimiento
Solo cerca del 7 por ciento de los feminicidios que han ocurrido este año se ha esclarecido completamente. Hay una sentencia condenatoria o el agresor aceptó haber cometido el crimen. La impunidad, como es común frente a la violencia de género, es generalizada en el caso del feminicidio. La mayoría de los crímenes en los que se identificó y capturó al responsable siguen en la etapa de imputación de cargos.
Los agresores son, casi siempre, personas que tuvieron una relación con las mujeres que asesinaron. 4 de cada 10 feminicidas fueron pareja de la víctima y 3 de cada 10, su expareja. Novios o esposos, algún conocido o un familiar son los responsables de los delitos. Los primeros representan el 10 por ciento de los victimarios y los segundos, cerca del 5 por ciento.
El promedio de edad de las víctimas de feminicidio es de 29 años, señala la investigación. La más pequeña era Marvey Estefany Poche Cuetocue, una bebé de apenas 3 meses, a quien la inhumanidad de su padre le acabó la vida de un golpe. En enero de este año la agredió junto a su madre. Ella sobrevivió, pero la menor no logró superar el trauma cerebral causado por el hombre.
Contexto del feminicidio
En zona rural del municipio de Garzón, Salomé Segura Vega de tan solo cuatro años, fue atacada por Sebastián Mieles Betín, de 27 años. Estuvo varios días en coma inducido, en la unidad pediátrica de cuidados intensivos de la Clínica Mediláser, en Neiva, donde falleció luego de haber sido brutalmente golpeada y agredida sexualmente.
Una de cada 10 víctimas de este crimen fue violentada sexualmente momentos previos a su asesinato; en el 7 por ciento del total de los feminicidios no se ha identificado si ocurrió esta agresión, pero hay indicios de su posibilidad, según los datos registrados y documentados.
Un feminicidio no solo impacta la vida de la mujer o la niña asesinada. Este crimen quiebra el círculo familiar y social de las víctimas, cuya muerte deja un vacío irreparable. En especial cuando son madres.
Arma utilizada
La mayoría de los agresores (45 por ciento de los casos) usaron un arma cortopunzante para agredir a las mujeres y las niñas. Otros 52 hombres (25 por ciento de los feminicidios) emplearon un arma de fuego y otros más recurrieron a los golpes o a la asfixia mecánica.
Lugar
El hogar sigue siendo el lugar más peligroso para las mujeres y niñas; 6 de cada 10 víctimas fueron asesinadas allí, en su vivienda. El espacio público, como vías, cañaduzales, zonas boscosas o cerros, representó el 32 por ciento de los lugares en donde ocurrieron los feminicidios o se encontró el cuerpo de las niñas y mujeres. Y en cuanto al área, el 68 por ciento era urbana y el 32 por ciento restante, rural.
Hoy ya no están más de 209 mujeres y niñas. Quizá más, porque el subregistro de este delito, como el que está relacionado con todas las violencias de género, es alto.