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Economía/ Creado el: 2016-09-24 11:19

“Yo no concibo que un transportador no esté a favor de la paz”

Armando Cuéllar Arteaga, gerente del Grupo Empresarial Coomotor, es el segundo invitado de la serie Economía, Gremios & Paz. Fue víctima de la violencia, primero, siendo dirigente estudiantil del Instituto Técnico Superior y de la Universidad Surcolombiana; luego, cuando llegó a la gerencia de la compañía, cuatro frentes de las FARC lo extorsionaban.

Escrito por: Redacción Diario del Huila | septiembre 24 de 2016

FAUSTO MANRIQUE
Especial para Diario del Huila

¿Está de acuerdo con lo que se negoció en La Habana con las FARC?

Armando Cuéllar Arteaga, gerente del Grupo Empresarial Coomotor: he sido un convencido de la paz desde hace muchos años. He sufrido los flagelos del conflicto interno colombiano y el mejor camino es la paz: una paz negociada, no de fusiles, que implique la tolerancia, reconocer al contradictor y nos permita bajar los odios y generar nuevos espacios políticos, sociales y económicos a todo el pueblo.

Yo considero que este conflicto interno viene de hace muchos años, no solamente con la creación de las FARC hace más de cinco décadas. Es necesario recordar la guerra que se generó con los partidos Liberal y Conservador, este país se movió en el conflicto desde el comienzo del siglo pasado.

¿Considera que a su generación le correspondió un episodio difícil de la violencia?

La constitución de las FARC en mayo de 1964 es producto de esa reacción de la época de la violencia. Desde mi época de estudiante universitario siempre compartí la idea de que el país necesitaba una solución diferente para esa generación del Estado de Sitio, esa generación del Estatuto de Seguridad, esa generación que creció sin respirar la libertad, que crecimos bajo el imperio de la restricción en los espacios democráticos y políticos de la sociedad colombiana.

Hoy estamos en el quinto piso (por encima de los cincuenta años) y somos los que nacimos en una generación en la que fue permanente el Estado de Sitio, que con el Estado de Sitio llegó el Estatuto de Seguridad y con esto la exclusión social y política.

¿Cuándo empezó, según su criterio, a cambiar la restricción de los espacios democráticos y políticos?

El gobierno de Belisario Betancourt, fue uno de los que empezó a hablar de procesos de paz, terminó con la creación de la Unión Patriótica (UP) y su exterminio por cuenta del narcotráfico y los grupos paramilitares. Asesinaron a dos de sus candidatos presidenciales, Jaime Pardo Leal y Bernardo Jaramillo Ossa, congresistas, diputados, concejales y alcaldes electos, además de quienes tuvieron que salir del país para sobrevivir, como sucedió con Aída Avella, presidenta de la UP, que esta semana estuvo en Neiva.

Esta situación nos marcó pero también fue un inicio de que sí se podía adelantar un proceso de paz. La séptima papeleta fue la que nos permitió tener una Constitución Política más generosa, social, de integración y el Estado es el garante de los derechos humanos. La Constitución del año 91 fue un tratado de paz.

Hace un momento le pregunté si estaba de acuerdo con lo negociado en La Habana. ¿Usted aprueba que, por ejemplo, a los guerrilleros de las FARC les den curules en el Congreso de la República?

Ahora que se escandalizan porque las FARC tendrán senadores y representantes a la Cámara, al grupo guerrillero Corriente de Renovación Socialista, que era una disidencia del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y uno de sus dirigentes era el actual columnista de la Revista Semana, León Valencia, le dieron dos curules en la Cámara de Representantes por 450 guerrilleros que fueron amnistiados.

Esas curules que les entregaron a la Corriente de Renovación Socialista eran plenas, con voz y voto. Las que les van a dar a las FARC son espacios para que hablen en el Congreso de la República, pero no tendrán voto.

¿Esa concesión a la guerrilla permitirá que otros movimientos sociales tengan espacio en la democracia colombiana?

Hay que entender que la lucha armada fue una expresión de la lucha política porque los espacios políticos en las décadas del 60 al 80 estaban cerrados para pensamientos distintos al Partido Conservador o el Liberal. Hoy tenemos espacios abiertos a cualquier corriente del pensamiento que pueden ascender a los cargos públicos.

Estoy muy convencido de que con este proceso de paz, con la refrendación que el pueblo colombiano debe hacer a los acuerdos de La Habana entre el Gobierno y las FARC, debe iniciar una Colombia mejor, con mayor integración, con mayores espacios políticos y que le va a servir a toda la sociedad.

Violencia como líder estudiantil

Al comienzo de esta entrevista, usted mencionó que había sufrido los flagelos del conflicto interno. ¿Cómo los vivió cuando fue estudiante de colegio y universidad pública?

En la década de los 70 y parte del 80 fui dirigente estudiantil en el Instituto Técnico Superior de Neiva, incluso, puedo decirle que esta piel que me protege no fue con la que nací porque sufrí todos los flagelos de la tortura, de la ignominia por parte de agentes del Estado que no concebían el pensamiento distinto.

Nosotros éramos unos jóvenes con ideas socialistas con ideas de izquierda, de integración, defendíamos la educación laica, el derecho al voto, cosas que hoy tenemos con la Constitución de 1991. Era un pensamiento diferente al del establecimiento y por lo tanto a los jóvenes los perseguían, yo sufrí todos los flagelos de la tortura por parte del F2 de la Policía, muy famoso en su época.

¿Qué casos de estudiantes desaparecidos o torturados, aparte del suyo, recuerda de esa época?

En esos tiempos a los estudiantes los torturaban y los desaparecían. Aquí, Tarcisio Medina, un estudiante de la Universidad Surcolombiana, lo desaparecieron; los abogados Rivas, de Pitalito, y Cortés, fueron encontrados destrozados en el Magdalena.

¿Cómo hizo para sobrevivir en esa atmósfera de persecución por sus ideas de izquierda?

Para sobrevivir hubo necesidad de salir del país, fue necesario truncar en ese momento mi carrera en la Universidad Surcolombiana, que era Ingeniería Agrícola. Si yo no salgo del país, no estaría vivo. Eso lo vivimos cuando éramos jóvenes estudiantes de colegio y universidad. Hoy respiramos aires de libertad.

¿Por esa razón apoya el proceso de paz y el “SÍ” en el plebiscito?

Por eso queremos que para las próximas generaciones, para nuestros hijos, para nuestros nietos, no exista ese flagelo de la violencia. Yo estoy satisfecho por estar vivo hoy en día, porque superé las torturas y me salvé de haber sido desaparecido. Nunca empuñé un arma con el propósito de entrar en rebelión contra el Estado, me ha tocado hacerlo por protección personal ahora que soy empresario porque las FARC me amenazaron.

Víctima como empresario

Entonces se puede decir que usted ha sufrido la violencia desde varios frentes: como líder estudiantil de izquierda y luego como empresario.

Luego que terminó mi etapa académica, como líder estudiantil y social, fui secretario general de la Asociación de Juntas Comunales en Neiva. Impulsamos un paro cívico en la ciudad por temas de servicios públicos ya que realizábamos actividades sociales. En esa época el Estado no concebía esos movimientos y los asociaba al comunismo, a la subversión. Me salvé por casualidades del destino y hoy puedo estar diciendo que estamos cumpliendo otro papel.

Dirigiendo esta empresa, con todo el esfuerzo, con todo el trabajo, hemos sufrido el flagelo de la guerra. A nosotros nos han quemado carros como usted no se imagina. En un semestre nos incendiaron 10 vehículos.

Le he escuchado afirmar que el último vehículo que las FARC incineraron en el país fue uno de Coomotor, justamente el día antes de anunciar la tregua unilateral el 20 de julio de 2015. ¿Es cierto?

El último vehículo incinerado en el país, antes de empezar la tregua unilateral de las FARC el 20 de julio de 2015, fue uno de Coomotor. El 20 de diciembre de 2014 la guerrilla inició una tregua unilateral. Ese día cesaron las llamadas, las quemas de carros y todo el conflicto contra la empresa.

A nosotros nos quemaban automotores, nos ponían bombas, nos amenazaban, nos hacían todo lo que usted se imagine. Vivíamos en zozobra porque nos decían que nos iban a poner una bomba en el edificio, tuvimos que redoblar la seguridad y yo tuve que estar fuera del país, entrando y saliendo, para no ser víctima de un acto sangriento de las FARC.

¿Qué pasó el día antes de que las FARC empezará la tregua unilateral?

Luego del 20 de diciembre empezamos nuestra operación normal, volví a enviar los vehículos al norte del Huila, a San Andrés Tello, que llevaba meses sin llevarlos allá; en La Argentina, Planadas, Alpujarra se restableció la operación normalmente hasta mayo de 2015 cuando se rompió la tregua. Puedo dar fe que durante ese tiempo no hubo llamadas extorsivas, no hubo notas extorsivas, ni chantajes, nada.

Cuando se rompió el cese de hostilidades por parte de las FARC empezó otra vez la zozobra para nosotros acá en Coomotor, volvieron las llamadas. Es difícil poder desarrollar una empresa de cualquier naturaleza en medio de este conflicto.

Sin embargo, seguimos adelante, seguimos avanzando y justamente el día antes de que las FARC decretó el cese unilateral de hostilidades, el 19 de julio de 2015 a las 11:59 de la noche nos quemaron el último carro.

¿Entonces ese fue el último carro que incineró la guerrilla de las FARC en Colombia?

Creo que fue el último vehículo que quemó la guerrilla en Colombia y el último que nos incineró a nosotros. Eso fue en el parque de Tello (norte del Huila). De ahí para acá no hemos vuelto a recibir llamadas extorsivas por parte de las FARC, estamos operando al 100% en todo el territorio nacional de forma tranquila.

¿Qué episodio recuerda de todo este tiempo en que la subversión los acosó?

Hace unos 10 años, recién inaugurada la vía Suaza (Huila) -Florencia (Caquetá), ahí a la entrada, el tercer frente de las FARC hizo un retén, paró todos los carros de todas las empresas, vehículos particulares y solamente quemó tres: todos eran de Coomotor y llevaban un mes de operación, eran nuevecitos. No incineró ningún otro vehículo y luego dejaron pasar los demás automotores. Eso era porque no les pagábamos “vacunas”.

¿Cuál era su reacción cuando la guerrilla le incineraba los vehículos?

Si me queman tres yo sigo enviando toda la flota porque nunca hemos dejado de prestar el servicio público de transporte, porque no comparto esos actos de guerra y violencia. Comparto las ideas políticas, pero no la extorsión, no el secuestro, no el chantaje, no la quema de carros y no la afectación a la población civil, que en este conflicto ha quedado en medio de las balas. 

Soy Capaz

A pesar de las extorsiones y la quema de vehículos de la empresa, usted trajo al Huila la campaña “Soy Capaz”, liderada a nivel nacional por la ANDI.

Justamente la Asociación Nacional de Empresarios (ANDI) impulsó la campaña Soy Capaz y nosotros, aquí en el Huila, le agregamos “Soy Capaz de unir a los colombianos”. Ese ha sido el mensaje que Coomotor no ha abandonado.

Desde que inició en todas las empresas del país, liderada por la ANDI, de las pocas compañías que se vinculó aquí en el sur de Colombia fuimos nosotros. Hemos seguido con ese eslogan y por eso el 2 de octubre podremos decir que cumplimos con unir a los colombianos.

¿Qué han hecho, a nivel corporativo, para continuar con este eslogan?

Todos nuestros vehículos fueron distinguidos con el eslogan “Soy Capaz de unir a los colombianos”. En esa época llegábamos a 13 departamentos y hoy estamos en 15, transitando en zonas donde hacen presencia las FARC, desde Antioquia, hasta Caquetá y Putumayo, por todo el territorio nacional llevamos el mensaje de la paz.

Fuimos la empresa que promovió fuertemente esta campaña y lo seguimos haciendo. Eso lo hemos hecho con una vocación de paz inmensa porque pensamos que la paz es necesaria para este país.

¿Todos los transportadores están, igual que usted, a favor de los acuerdos de paz entre el Gobierno Nacional y las FARC?

Yo no concibo que un transportador no esté a favor de la paz, porque los empresarios del transporte son los más afectados en el conflicto armado. Nosotros somos los más sensibles al conflicto, los más expuestos, nuestro patrimonio está rodando por las carreteras y el Estado no nos puede garantizar la protección.

Por eso es inconcebible que un transportador, hoy, esté promoviendo el “NO”. No me cabe en la cabeza porque como transportador, como dirigente de una empresa transportadora conozco las consecuencias de la guerra, fuimos víctimas de las FARC y hoy más que nunca anhelamos la paz para que nuestros carros lleguen a las cimas de las cordilleras, lleguen al último pueblo de Colombia y podamos seguir prestando nuestro servicio de transporte que es esencial para la economía, para la sociedad y eso solo lo podemos hacer en un ambiente de paz para Colombia.

Entonces, ¿qué debería pasar el próximo 2 de octubre en Colombia?

El 2 de octubre debemos decir con mucha valentía, quienes hemos sufrido el flagelo de la guerra, “SÍ” a los acuerdos del gobierno del presidente Juan Manuel Santos con las FARC. A los que han visto la guerra solo por televisión, los invitamos a votar también “SÍ”.

 

La carta a Iván Márquez

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Entre el 15 de julio y el 22 de noviembre de 2014, las FARC le incineraron 10 vehículos a Coomotor en distintas zonas de Huila y Tolima.

 

El 22 de enero de 2015, el gerente del Grupo Empresarial Coomotor, Armando Cuéllar Arteaga, le envió al jefe negociador de las FARC, alias Iván Márquez, una misiva para pedirles que cesaran los ataques a la compañía.

Desde el 15 de julio hasta el 22 de noviembre de 2014, la guerrilla había incinerado 10 vehículos en Algeciras, San Andrés (Tello), Villavieja, Planadas (Tolima), Aipe, Baraya, Tello (2 automotores), en la vía La Plata-La Argentina y en la zona urbana de Neiva.

Los daños materiales ascendían a más de $500 millones, “adicionalmente que se afecta el sustento diario de tres familias (propietario, conductor y auxiliar) por vehículo, menguando sensiblemente su bienestar económico y el del grupo familiar; así mismo, atentados terroristas contra tres vehículos con artefactos explosivos (granadas, petardos y bombas) en los diferentes sitios y parqueaderos en donde reposan los vehículos, uno en Tello (Huila) y dos en el casco urbano de Neiva (Huila), lesionando la seguridad de la ciudadanía de los establecimientos aledaños a estos lugares”, expresaba la carta.

Adicionalmente a estos atentados, cuatro frentes de las FARC extorsionaban a Coomotor: la Columna Móvil Teófilo Forero les exigía $100 millones; el frente 17 Angelino Godoy, $1200 millones; la Comisión Manuelita Sáenz les pedía $400 millones; y el frente 66 Joselo Losada, $1500 millones. En total eran $3200 millones.

La carta fue enviada a las FARC a La Habana a través del presidente de la Conferencia Episcopal, el señor arzobispo Luis Augusto Castro. Tiempo después, en una charla sobre la paz que dictó Frank Pearl en el auditorio de Coomotor en Neiva, le confirmó a Cuéllar Arteaga que la guerrilla había recibido la nota.