domingo, 14 de septiembre de 2025
Economía/ Creado el: 2015-11-18 09:51

“No puede hacer carrera la tesis de que la caficultura se puede dejar completamente al mercado”

El ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas Santamaría, integrante del Comité Nacional de Cafeteros, habló de las inversiones que ha hecho el Gobierno Santos para fortalecer el sector cafetero, que pasó de producir 7,8 millones de sacos en 2009 a 13,5 millones estimados para 2015.

Escrito por: Redacción Diario del Huila | noviembre 18 de 2015

Añadió que ante la volatilidad de los precios hay que ahorrar como se hizo con el 30% de las regalías. Sin embargo, es el sector el que debe decidir cómo enfrentar esta volatilidad y “es que el caficultor tenga capacidad de hacer coberturas, de precios, de tasa de cambio”. ÚLTIMA ENTREGA.

 

En días pasados se reveló la producción y las exportaciones cafeteras, ¿el Gobierno Nacional está conforme con esas cifras?

Este ha sido el año de la cosecha. La producción de café se estima, va a llegar a 13, 5 millones de sacos; el más reciente dato de producción me produjo una enorme satisfacción porque no solo confirma que vamos a lograr 13,5 millones de sacos de grano, sino que nos ayuda muchísimo desde el punto de vista del crecimiento de la economía por el peso que tiene el café no solo en el sector agropecuario, sino lo que significa en términos de los encadenamientos.

Pensar que vamos a llegar a esa producción de café cuando en 2009 teníamos una cosecha que estaba en 7,8 millones de sacos realmente muestra que en estos cinco años, durante el gobierno del presidente Juan Manuel Santos, ha habido una transformación impresionante de la economía cafetera. Pasar de 7,8 millones de sacos a 13,5 millones es un crecimiento muy destacado.

 

¿Y el precio interno, los tranquiliza?

Ver que el precio se ha mantenido en un nivel remunerativo para los cafeteros, a pesar que en el mercado internacional haya disminuido, y que finalmente la economía cafetera tenga un precio que ha estado por encima de los $700.000 la carga es una muy buena noticia porque se junta el volumen (producción) con un buen precio que nos va a llevar este año a una cosecha cuyo valor será superior a los $6 billones.

Eso nunca antes se había visto. Nunca antes el valor de la cosecha cafetera colombiana había sido tan alto y llega en el mejor momento posible porque si algo necesitamos en la actual coyuntura, y particularmente este año con la caída de los precios del petróleo, son fuentes de estímulo a nuestra economía y yo siempre he pensado que la mejor política expansionista que se puede pensar, una política que no tiene intermediarios, no tiene desperdicio de recursos, donde el mercado funciona de su mejor manera, es una política que aumenta el ingreso cafetero porque el mayor ingreso cafetero automáticamente se traduce en más demanda y beneficia al comercio, los servicios, a la producción industrial del país y eso nos ayuda enormemente a estimular el crecimiento de Colombia.

 

¿Cuál es el aporte del café en el crecimiento de la economía teniendo en cuenta los buenos precios y el repunte de la producción?

En muy buena parte, este año, insisto, a pesar de la caída del precio del petróleo, Colombia va a ser un país de alto crecimiento en el contexto de América Latina. Vamos a crecer, nosotros creemos en el Gobierno, algo así como 3,3 por ciento este año. Esto nos pone nuevamente como cabeza de serie en el continente, en un contexto más complejo porque tenemos un precio del petróleo de 48 dólares por barril, cuando el año anterior tuvimos un precio en promedio de US$100 por barril. Lograr ese resultado es, en muy buena parte, atribuible a que hemos tenido la oportunidad de cosechar en materia cafetera.

 

Usted dijo anteriormente que este es el año de la cosecha, ¿específicamente a qué se refiere?

Hemos cosechado porque hemos tomado las decisiones correctas para estimular la producción y sobre todo porque el país ha hecho unas inversiones muy grandes para tecnificar su caficultura. Haciendo un ejercicio retrospectivo para ver de dónde venimos: en 2009 en donde la producción fue de 7,8 millones de sacos, el ingreso cafetero con esa producción y con los precios de la época fue de 3,4 billones de pesos, casi la mitad de lo que será el ingreso cafetero este año.

El parque cafetero en 2009 tenía 11 años de edad en promedio y el 70 por ciento del área con variedades susceptibles a la roya. En ese momento las perspectivas eran muy pesimistas en materia de producción y teníamos una caficultura muy vulnerable como de hecho quedó en evidencia con el fenómeno de La Niña. Ante esa tragedia, ese desastre que fue la ola invernal, fue evidente que la caficultura colombiana tenía un nivel de vulnerabilidad alto ante estos fenómenos de carácter climático.

 

¿Qué fue lo primero que hicieron en el Gobierno Nacional para que el sector cafetero se fortaleciera?

Tan pronto comenzó el gobierno en agosto de 2010 se realizó el Acuerdo para la Prosperidad Cafetera con un horizonte de cinco años 2010-2015 y esa jornada recogió una agenda de trabajo que se construyó conjuntamente con el Gobierno Nacional y los caficultores. Partió de reconocer que el país tenía un serio problema de productividad y de vulnerabilidad al cambio climático. Se definieron tres líneas de acción para la caficultura: primero, potenciar todos los programas de renovación y tecnificación de los cafetales; segundo, apoyar la investigación y la transferencia de tecnología a través de Cenicafé y del servicio de extensión cafetera; y tercero, fortalecer las finanzas del Fondo Nacional del Café.

En cada una de estas tres líneas los resultados han sido contundentes, a pesar de las dificultades que se presentaron en el camino, algunas asociadas al fenómeno de La Niña y la coyuntura de precios muy bajos que llegaron a $300.000 la carga; yo recuerdo haber tenido sesiones muy difíciles, muy complejas, del Comité Nacional de Cafeteros en momentos en los que el precio estaba por debajo de los $400.000 la carga.

 

¿Cuáles son los indicadores que muestran que ese Acuerdo por la Prosperidad Cafetera se cumplió?

Hoy tenemos muy buenos resultados en estos frentes. Entre 2010 y 2015 se han renovado 500.000 hectáreas de café que ha cambiado por completo la productividad del parque cafetero. De ese total, 153.000 hectáreas (30%) se renovaron bajo un programa Permanencia Sostenibilidad y Futuro (PSF) dirigido a los pequeños caficultores. En ese grupo, 200.000 productores de menos de una hectárea, en promedio, recibieron créditos por $350.000 millones que en realidad se convirtieron en apoyos al pequeño caficultor a través del programa de Incentivos a la Capitalización Rural (ICR). Estos caficultores no tuvieron que pagar esos apoyos. Por eso el 97% de la caficultura está tecnificada, de 11 años de edad en promedio del parque cafetero pasamos a siete años y el 66% de la caficultura se encuentra hoy en variedades que son resistentes a la roya. Invertimos la torta.

No es exagerado decir que no hay ningún gobierno en la historia de Colombia que haya apoyado tanto a la caficultura y que le haya permitido elevar su nivel de productividad, incrementar su producción, tener un ingreso remunerativo y sobre todo tener una base sólida para un rendimiento sostenible a mediano y largo plazo. Un crecimiento del que se ha dicho bien, el propio sector tiene que asegurar su éxito porque será muy difícil en la situación fiscal actual de Colombia repetir esos niveles de apoyo que se han tenido en los últimos años.

 

¿Cuáles son los retos que tiene el sector hacia adelante y cómo debe enfrentarlos, según el Gobierno Nacional?

Lo peor que podemos hacer es caer en la complacencia; ha habido un avance pero todavía tenemos dificultades y problemas. Uno muy evidente es la volatilidad en los precios, que se traduce en una volatilidad del ingreso de los caficultores. Estamos en un mercado difícil de predecir. Yo, en todas las sesiones del Comité Nacional de Cafeteros la primera pregunta que hago, y siempre obtengo una respuesta diferente, es “¿qué va a pasar con los precios?” porque un día hay estimativo distinto de qué va a pasar con la cosecha en Brasil y a los 15 días hay otro; ahora tenemos una lectura diferente sobre la producción de Vietnam y otro día se habla que el fenómeno de la roya está causando un efecto devastador en Centroamérica, después de hace una nueva evaluación sobre lo que significa el impacto en la producción de Centroamérica y no resulta tan grande como se había pensado.

Aquí hay una volatilidad enorme. Soy un lector de los reportes que muchas de las compañías multinacionales que están en el negocio de la comercialización de café publican y ahí mismo se puede ver cómo cambian las percepciones y las evaluaciones sobre las perspectivas de precio.

 

¿La volatilidad se debe también a los fenómenos climáticos?

Este es un producto que literalmente está expuesto al sol y al agua y estos dos cambian muchísimo. Nosotros utilizamos permanentemente el ejemplo de cómo el cambio climático, que está generado por factores que no dependen de nuestro país, Colombia no es un gran emisor de gases efecto invernadero, no es un gran emisor de carbono, pero sí sufre de una manera más que proporcional las consecuencias del cambio climático porque aquí es donde se manifiestan los extremos, donde se ven reflejados esos cambios tan fuertes entre una sequía y un invierno.

La caficultura colombiana es un excelente ejemplo de cómo el país sufre las consecuencias del cambio climático. Por eso Colombia ha sido tan proactivo en las medidas que se requieren para reducir emisiones de gases efecto invernadero y nos hemos comprometido a que en la reunión de París Colombia hablará de un compromiso adicional en reducción de emisión de gases pero al mismo tiempo le va a pedir a la comunidad internacional más esfuerzos en esta materia precisamente porque sufrimos muchas de las consecuencias.

 

Ahora sí indíqueme cómo enfrentará la caficultura colombiana este futuro can complejo.

Primero, tenemos que mantener nuestra caficultura en óptimas condiciones, tenemos que seguir renovando, que aumentar más la productividad, renovar por siembra y zoca tiene que ser algo permanente. Ese esfuerzo tiene que ser apoyado por Cenicafé entregando las variedades óptimas para cada región del país, deberá ser una investigación hecha a la medida: en La Unión (Nariño), en Pitalito (Huila) o en Jericó (Antioquia).

Segundo, se requiere un servicio de extensión que lleve esa tecnología a los caficultores. El país no es consciente de la migración de la caficultura desde el punto de vista geográfico hacia el sur del país, es una caficultura donde las áreas de producción son menores en tamaño y algo que es importante es que el productor de café que está más hacia el sur en pequeñas fincas tiene menos capacidad de hacer las inversiones o menor conocimiento porque vive en unas condiciones muy cercanas a la pobreza, son muy vulnerables.

 

¿Está bien que se deje la caficultura completamente al vaivén del mercado, como se sugiere?

No puede hacer carrera la tesis de que la caficultura se la podemos dejar completamente al mercado. La caficultura requiere investigación y tecnología, servicio de extensión y algún mecanismo colectivo que proteja a ese pequeño caficultor que es quien produce la mayor porción del café en el país.

No es tan sencillo como decir “ya esta es una actividad donde el sector privado puede hacerlo todo, puede resolver todos los problemas”, no; requiere una institucionalidad sólida, importante, que actúe para coordinar, para llevar soluciones. Se puede discutir cómo y de qué manera, si una institucionalidad aparte que maneje la comercialización, con qué tipo de presencia del gobierno, pero es indiscutible la necesidad de los bienes públicos en la industria.

 

Quisiera insistir en el tema de la volatilidad de los precios, ¿cuál es la solución o por menos la medida más acertada para encararla?

En el caso del reto asociado a la volatilidad de los precios, allí creo que tenemos que aprovechar esta coyuntura actual, en donde las condiciones de ingresos son favorables, para pensar en el ahorro. Si algo caracterizó a la caficultura colombiana es que había un mecanismo de ahorro que hoy ya no existe, en las épocas en que el mercado cafetero en Colombia estaba muy regulado y eran decisiones muy administrativas y centralizadas donde se decidía cuánto se ahorraba. Eso ya no se puede hacer así.

Hoy al cafetero se le transfiere la totalidad del ingreso externo con un mecanismo de contribución que no varía en función del precio y es una contribución que sirve para pagar los bienes públicos que acabo de mencionar, pero no hay un mecanismo explícito de ahorro. Tenemos que pensar en ese mecanismo de ahorro porque el precio, por definición, es volátil.

 

Usted ha mencionado los buenos resultados que han tenido con el ahorro de las regalías en el exterior, ¿se podría aplicar esta iniciativa a la caficultura?

Nosotros como Gobierno Nacional ya no vivimos de ese ahorro cafetero, ya el Gobierno Nacional no se financia ni lo haría a futuro. Hoy dependemos más del ingreso petrolero y precisamente pensando en la volatilidad del precio del petróleo creamos un mecanismo que es el Fondo de Ahorro y Estabilización. En su momento nos criticaron muchísimo.

Ahorramos el 20% de las regalías petroleras obligatoriamente y otro 10% de las regalías también las ahorramos para pagar las pensiones de los funcionarios de los gobiernos municipales y departamentales. ¡Qué importante resulta ahora tener ese ahorro! Esos recursos nos permiten que la caída en los precios del petróleo no tengan un impacto inmediato, drástico, en las regalías, sino gradual, dosificado.

 

Pero usted fue duramente criticado en el Congreso por estas medidas de ahorro de las regalías del petróleo.

A mí me criticaron mucho en el Congreso de la República porque me decían “qué ineficiencia tener ese ahorro del petróleo en las cuentas en el exterior”. Nosotros le dijimos al Banco de la República que tomara esos recursos de ahorro del petróleo (30% de las regalías) e inviértalo. A nadie le queda duda que el Emisor sabe hace inversiones seguras, puede que no muy rentables, pero sí seguras. El Banco de la República es el que maneja el Fondo de Ahorro y Estabilización.

Además de eso, en el Congreso me criticaban que la inversión se hiciera en dólares porque en ese momento la rentabilidad estaba en el piso, con tasas de interés prácticamente nulas en Estados Unidos. Yo les dije que esperáramos una caída del precio del petróleo porque la tasa de cambio subiría y eso nos multiplicaría las inversiones. Efectivamente ese ahorro está hoy por el orden de los $6 billones, que los vamos trayendo para mantener el ritmo de las regalías en los gobiernos departamentales y municipales.

 

De esa experiencia, ¿qué se podría implementar en el sector cafetero?

Acá, como se trata de que sea el propio sector el que genera los instrumentos para enfrentar esta volatilidad de precios, lo que hay que hacer es lo que se ha dicho tantas veces y es que el caficultor tenga capacidad de hacer coberturas, de precios, de tasa de cambio y que el papel de la política pública sea más bien el de incentivar al caficultor a comprar individual o colectivamente esas coberturas, a inducir esa cultura de las coberturas. Esto va a requerir de mucha pedagogía y de algunos recursos para que sean atractivas al caficultor.