sábado, 13 de septiembre de 2025
Economía/ Creado el: 2015-09-21 09:11

“Al campo colombiano le falta un Ministerio de Agricultura que tenga poder”

Roberto Junguito Bonnet, presidente de la Federación de Aseguradores Colombianos y exministro de Agricultura y Hacienda de Belisario Betancourt y Álvaro Uribe Vélez, dialogó con DIARIO DEL HUILA sobre el trabajo que viene adelantando en la Misión Rural, su visión de lo que debería ser el Ministerio de Agricultura, el papel de los gremios del sector y la situación económica actual por la que pasa el país. EXCLUSIVO.

Escrito por: Redacción Diario del Huila | septiembre 21 de 2015

“Respeto tremendamente la organización de la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia y creo que es algo que no se puede perder”. Agregó que, a diferencia de la Misión del Café, cree en la política de intervención en el mercado y los precios de sustentación del café; en los fondos de estabilización como el Fondo Nacional del Café; y que muchas de estas instituciones de la organización cafetera son muy importantes.

 

Usted fue ministro de Agricultura de Belisario Betancourt y de Hacienda de Álvaro Uribe. Desde su experiencia, ¿qué opinión le merece el bajonazo en el presupuesto del campo para 2016?

La provisión de bienes públicos, los apoyos a la agricultura a través del crédito, de la asistencia técnica, la investigación agrícola, de todo lo que es la irrigación, etc. requiere de una acción del Estado y de un apoyo al sector.

Lo que uno ve en el caso de la agricultura, respecto al presupuesto, es que de la inversión pública general del país al sector agropecuario se le canalizan recursos en una proporción mucho más baja que la participación o la importancia relativa que tiene el sector agropecuario dentro del producto interno bruto (PIB).

 

¿Cuál hubiera sido su sugerencia?

Primero, debe haber un equilibrio en la acción del Estado en favor de los diferentes sectores y que en el caso de la agricultura se debe asegurar, por lo menos, una participación mínima del presupuesto nacional para el agro. Segundo, en los años en que sí le da esa participación se corre el riesgo de que a los dos o tres meses, en el momento que se venga un recorte, como en este caso, y por una razón muy necesaria de tener que recortar el presupuesto por la situación fiscal del país, se perjudique especialmente a un sector y en este caso al sector que más le recortaron fue el agropecuario.

Por eso creo que dentro de las políticas que tienen que salir de la Misión Rural, yo he insistido mucho en esas reglas del juego. En la Misión Agropecuaria surgen un gran número de necesidades, de apoyos al sector, pero eso tiene que estar acompañado con algún tipo de regla fiscal que dote al sector de los recursos que requiere.

 

Misión Rural

Hablando de la Misión Rural, ¿qué aspectos del sector han discutido?

La Misión Rural es dirigida por José Antonio Ocampo, se llama ahora la Misión para la Transformación del Campo, más fundamental el nombre original. La Misión tiene dos grupos de gente: uno es el grupo técnico que hace los estudios, entre ellos el Departamento Administrativo de Planeación Nacional (DNP) y muchos institutos del exterior como la Cepal, la FAO; y hay otro grupo que es el que discute y revisa esta documentación, que es la propia comisión compuesta por expertos del sector agropecuario en general, que han trabajado y escrito sobre la agricultura, tiene representantes de los sectores laborales del agro, de las organizaciones campesinas y un número de personas que hemos trabajado en las políticas públicas del agro, algunos exministros como Cecilia López, José Antonio Ocampo, Juan Camilo Restrepo y yo, que hemos trabajado en el sector. También está la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC).

 

¿Cuándo publicarán las memorias de la Misión?

Se ha hecho una serie muy grande de trabajos, demasiados tal vez, cada documento tiene de a 100 hojas y abarca todos los campos. Hay documentos sobre crédito, competitividad en la agricultura, las políticas de tierras, investigación agropecuaria, organización institucional del sector. Sobre eso ha habido una serie de discusiones.

La prueba ácida será en unas semanas que nos vamos a sentar a mirar el documento que resume las recomendaciones de política.

 

¿Cuáles son las distintas fuerzas o enfoques que hay en este organismo?

Creo que será muy importante para el país pero tiene que quedar un documento balanceado y hay fuerzas de personas tradicionales que está analizando con la óptica de los 60, que expresan que se debe volver a un proceso de reforma agraria; hay otros que están diciendo que es necesario defender al pequeño campesino, pero al mismo tiempo, estimular la agricultura empresarial.

 

Esto le da más seriedad y balance al documento final.

Yo creo que por ser tan heterogéneo el grupo van a salir unas políticas relativamente balanceadas y tendrán gran impacto en la discusión del país; primero, a la luz del punto 1 de la agenda de La Habana, que es el desarrollo rural integral; y segundo, por la misma situación que enfrenta la agricultura ahora. Creo que es una inmensa opción que tendrán los gremios del sector, los campesinos, de decir que tienen el mismo interés: cómo fortalecer la agricultura colombiana.

 

Ministerio con poder

Retomando la política agropecuaria, según su experiencia, ¿qué le falta al campo colombiano?

Al campo colombiano le falta unas instituciones mejores, un Ministerio de Agricultura que tenga un poder como el que tiene el Ministerio de Hacienda en el diseño de las políticas macroeconómicas. Creo que al Ministerio de Agricultura nunca se le ha dado la importancia como el gestor, como formulador de las políticas del agro, una organización alrededor del Ministerio con instituciones y con sitios fuertes.

 

¿Además de fortalecer el Ministerio de Agricultura, considera importante mejorar las políticas de crédito y la investigación en el campo?

Se requiere fortalecer lo que es la investigación y la transferencia de tecnología, los esquemas de crédito agropecuario y creo que, en general, el tema de la política de tierras que es la más controversial de todas, es fundamental. Es importante que defienda la tenencia de la tierra, el acceso de la tierra a los campesinos, pero al mismo tiempo no inhiba el desarrollo de la industria, de la agricultura comercial en grandes unidades como en la altillanura.

 

Yo le he escuchado a usted la importancia de la seguridad jurídica para el sector agropecuario, ¿se refiere a eso en el caso de la altillanura?

En la altillanura, por ejemplo, se necesita una agricultura más mecanizada, más sofisticada y grande, pero que la legislación agraria no impida que se puedan formar las unidades de explotación agrícola con el tamaño que se requiere para ser esa explotación de la agricultura moderna en esta zona.

Me refiero a la seguridad jurídica. Inversionistas extranjeros que ya están empezando a hacer explotaciones importantes expresan que no están seguros si por la tierra que tienen en la actualidad les harán juicios diciendo que no tienen títulos claros de la propiedad de la tierra. Yo en eso creo que debe haber reglas claras que faciliten diferentes tipos de explotaciones.

 

Pero además de ese tipo de seguridad, los campesinos necesitan una completa seguridad social.

El campo también requiere, y esto ya mirándolo como los habitantes y agricultores, de todos los esquemas de seguridad social que tienen las zonas urbanas del país. En educación y salud se ha avanzado mucho en el campo, se ha avanzado algo en el acceso a ciertos insumos, pero cosas como los riesgos profesionales o que los trabajadores del campo puedan llegarse a pensionar en alguna época no existen.

 

El papel de los gremios

Hace un par de años hubo un reclamo general hacia los gremios que dio como resultado una serie de movilizaciones y el surgimiento de las llamadas “dignidades”, ¿cuál debe ser el papel de los gremios del sector agropecuario?

Yo le digo una cosa, los dos gremios cúpula, que son la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC) y Fedegán son muy importantes. Un cambio que se hizo, y no es por echarme flores, es que en el año 80 convertí la SAC en gremio de gremios. Cuando usted se sienta en la junta directiva de la SAC está desde la Federación Nacional de Cafeteros, los paneleros, los azucareros, universidades, ganaderos y muchos gremios.

Me parece que la SAC tiene que seguir en ese proceso para abarcar a todos los representantes. Debe alcanzar no solo, como dirían los de izquierda, a los grandes terratenientes, sino también que sea representativa de todas esas actividades agrícolas que son importantes predominantemente del pequeño campesino, en ayudar a fortalecer las agremiaciones pequeñas. Hacia eso es que debemos ir y así se eliminarían las críticas del pasado que dieron como resultado las manifestaciones en distintas zonas del país.

 

¿Entonces su planteamiento es la representatividad?

Yo creo que toda la teoría de gremios dice que para que funcione los gremios tienen que ser totalmente representativos. Vamos camino a eso pero de golpe las agremiaciones tienen que ponerle el acelerador.

 

Hay una anécdota que se conoce sobre el momento en que fue llamado a ser ministro de Agricultura del entonces presidente Betancourt.

Yo me desempeñaba como presidente de la SAC y después de la elección del presidente Belisario Betancourt, un día estaba empezando una reunión con la junta directiva y se habló de las propuestas que se harían al nuevo mandatario y a su jefe de la cartera agropecuaria. En ese momento me llamó el presidente Betancourt para invitarme a hacer parte de su gobierno como ministro de Agricultura. Al comienzo no comprendí claramente sus palabras pero luego entendí que me estaba nombrando en esa dignidad. Terminó la conversación y seguí con la reunión de junta. ¡Imagínese, la junta directiva de la SAC y su presidente, que era yo, iban a entregar un documento con las sugerencias para el nuevo ministro de Agricultura que iba a ser yo!

 

Siguiendo con los gremios, ¿qué cambios hay que hacer para dinamizar más a la Federación Nacional de Cafeteros?

Yo he sido cafetero casi que por herencia. Desde mi bisabuelo y la primera sociedad de productores de café a comienzos del siglo XX. Yo mismo fui elegido a un comité municipal y al departamental, como ministro estuve en el Comité Nacional de la Federación Nacional de Cafeteros y trabajé muchos años con el gremio.

Respeto tremendamente la organización de la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia y creo que es algo que no se puede perder. Hay un estudio de la Misión Cafetera que hace recomendaciones de algunos cambios que se deben hacer. Yo no las comparto todas.

 

¿Qué recomendaciones comparte?

Tal como lo dijo el nuevo gerente general de la Federación, yo creo en la política de intervención en el mercado y los precios de sustentación del café; creo en los fondos de estabilización como el Fondo Nacional del Café; creo que muchas de estas instituciones de la organización cafetera son muy importantes.

 

¿Cuáles serían los cambios necesarios?

Hay otras a las que toca hacerles cambios pero pienso que de todo este proceso debe salir el compromiso de todas las regiones, incluyendo el Huila, de fortalecer a la Federación. Debe haber ese compromiso de que Fedecafé tenga la gente más competente. En el pasado, los economistas más competentes eran los de la Federación, los expertos cafeteros eran del gremio, yo creo que tenemos que volver a eso, a que sea realmente fortalecer sus organismos, sus instrumentos de política y la gente que está dentro de la Federación tener a los mejores de los mejores de las regiones cafeteras.

 

Petróleo y dólar

La caída de los precios internacionales del petróleo están afectando la economía colombiana, ¿el país podrá salir avante de esta coyuntura?

Estamos en una época de cambios muy dura. Esta caída de los precios del petróleo ha afectado a la actividad económica. Se ha desacelerado fuertemente la actividad económica y yo creo que es un momento de mucho cuidado en el manejo de la economía.

Tengo plena confianza en el equipo económico del Gobierno Nacional de que vamos a salir al otro lado. No quiere decir que no vamos a pasar por épocas difíciles.

 

¿Qué se puede aprovechar de este momento de crudo a la baja y tasa de cambio por las nubes?

A mí no me preocupa que haya una tasa de cambio que se deprecie. Precisamente esa es la señal que dice: caen los precios del petróleo, habrá menos dólares por exportaciones de crudo, los dólares estarán más escasos, luego el precio del dólar debe subir.

Eso le debe dar señales, por ejemplo, al sector cafetero muy importantes de que han subido los precios del café a raíz de la depreciación de la tasa de cambio para fortalecer los cultivos, fertilizar, aumentar la producción. Y para otros sectores de aumentar las exportaciones.