Resultados de la primera vuelta presidencial y pronósticos de la segunda
En el escenario calculado por Anif, el candidato Zuluaga aparentemente ganaría en segunda vuelta con el estrecho margen del 50,6% vs. el 49,4% que estaría logrando Santos. Sin lugar a dudas se trata de una “final de infarto”, pues la diferencia final sería solo de unos 170.000 votos.

SERGIO CLAVIJO VERGARA
Especial para Diario del Huila
En la primera vuelta electoral del pasado 25 de mayo triunfaron los candidatos Zuluaga (Centro Democrático) con el 29% de los votos y Santos (Partido de la U) con el 25%, lo cual les da derecho a irse a una segunda vuelta en junio 15.
Las sorpresas electorales fueron copiosas: i) Zuluaga le sacó una significativa diferencia de casi un 4% al gobernante de turno, lo cual era solo tenuemente insinuado por las últimas encuestas; ii) las dos mujeres candidatas, Ramírez (Partido Conservador) y López (Polo Democrático), lograron un repunte electoral significativo al quedar con un 15% de la votación cada una de ellas; iii) se desplomó la candidatura de Peñalosa (Alianza Verde) a solo el 8% de la votación, después de habérsele abierto una ventana de oportunidad que hablaba de su eventual triunfo en segunda vuelta ante un enfrentamiento con Santos; iv) se redujo de forma significativa el voto en blanco, al quedar en solo un 6%, después de haber reinado con posibilidades hasta del 30%; y v) se trepó la abstención a niveles récord del 60%, el mayor registro observado desde 1994.
En general, podría concluirse que los cinco sondeos electorales, aplicados en febrero y nuevamente en mayo, lograron capturar las tendencias de un péndulo electoral que se movió rápidamente desde el favoritismo de Santos hacia el de Zuluaga. En este último tramo de mayo se desdibujaron las propuestas programáticas, dando paso a “la gaminería” y hasta el sainete histórico de la campaña de Zuluaga acusada de “espionaje” contra el proceso de paz (al mejor estilo del antiguo DAS que ellos mismos comandaron), mientras que a la de Santos se le endilgaban “dineros calientes”, lo cual dio hasta para que un expresidente buscara expiar sus culpas mencionando que “él también había sido víctima” de un tal proceso 8000.
¡Gabo, cuánta falta nos haces para escribir estos otros capítulos inéditos de nuestro “realismo mágico”!
Recordemos que los cálculos probabilísticos de Anif habían marcado una significativa diferencia entre los sondeos de febrero y los de mayo, pues la probabilidad acumulada de un evento como Santos II había descendido significativamente del 65% al 48% durante ese período. Entre tanto, el evento Zuluaga se había triplicado hasta alcanzar un 31% de probabilidad. En cualquier caso, nuestros cálculos de mayo mostraban que una segunda vuelta Santos vs. Zuluaga tenía la mayor probabilidad, con un 58% de ocurrencia.
En esta nota analizaremos estos resultados de la primera vuelta y realizaremos algunas cábalas electorales, ante la ausencia de nuevos sondeos (estadísticamente significativos), los cuales solo saldrán en las próximas semanas. Como veremos, nuestro escenario base está arrojando una ventaja marginal de Zuluaga (50,6%) frente a Santos (49,4%), la cual en sentido estricto constituye un “empate técnico”.
Dicho escenario base se caracteriza por: i) “alianzas ingenuas”, donde los votos de Ramírez irían en bloque hacia Zuluaga y los de López hacia Santos; ii) los votos de Peñalosa se reparten equitativamente entre Zuluaga-Santos, dadas sus raíces históricas entre la izquierda verde-polista y sus antiguos coqueteos con la derecha uribista; iii) incertidumbre total sobre la dirección que tomarían los votos en blanco de la primera vuelta; y iv) una disminución de la abstención para llevarla del 60% hacia su promedio histórico del 53%, donde la distribución de ese 7% de votantes adicionales estaría dominada por la forma en que se “empalague” de mermelada a los partidos a nivel regional.
Los resultados de la primera vuelta y posibles alianzas
Como ya comentamos, Zuluaga triunfó en primera vuelta con un 29,2% de los votos. Su ascenso fue vertiginoso, emulando a su “maestro electoral” Uribe, pues recordemos que en febrero de 2014 la favorabilidad de “Z” era tan solo del 7%. El segundo lugar le correspondió, de forma algo sorpresiva, al presidente-candidato con un 25,7% (ver gráfico 1), marcando un clara tendencia descendente en su favoritismo electoral que había llegado al 35%-40% en febrero. De forma interesante, Zuluaga derrotó a sus contendores en la zona centro del país (Bogotá, santanderes, Antioquia y eje cafetero), donde tradicionalmente pesa más el voto de opinión, mientras que Santos ganó en la costa Caribe y Pacífica, terreno más proclive al accionar de las “maquinarias políticas”.
Como ya explicamos, las otras notas destacadas fueron los repuntes de las mujeres candidatas, donde Ramírez y López lograron cerca del 15% cada una, frente al pobre desempeño de Peñalosa con solo el 8%. Los casi 2 millones de votos, obtenidos por cada una de las candidatas, serán vitales a la hora de las alianzas de la segunda vuelta.
Infortunadamente, el sabor que dejó la contienda electoral de primera vuelta presidencial es de inconformidad, reflejada en casi un 6% de voto en blanco (aunque logró descender del 30% registrado en febrero) y, sobre todo, en una abstención elevada del 60% frente a un histórico del 53%, expresando la malaise social.
¿Qué cabe esperar de estas alianzas partidistas en junio 15; del comportamiento del voto en blanco; y de los nuevos votantes que logren movilizar las maquinarias políticas, especialmente en la costa Atlántica donde la apatía fue mayor?
Anif ha montado un escenario base que tiene las siguientes características: i) se harán “alianzas ingenuas”, donde los votos de Ramírez irían en bloque hacia Zuluaga y los de López hacia Santos; ii) los votos de Peñalosa se repartirían equitativamente entre Zuluaga-Santos, dadas sus raíces históricas entre la izquierda verde-polista y sus antiguos coqueteos con la derecha uribista; iii) se mantiene incertidumbre (o neutralidad electoral) en lo referente al voto en blanco de la primera vuelta; y iv) el 7% de votantes adicionales se inclinaría hacia donde se muevan más las maquinarias partidistas regionales.
Consideramos que el tema de la paz no representará motivantes adicionales a los que ya se reflejaron en la primera vuelta, dado que los anuncios que salgan ahora “cocinados” de La Habana tendrán poca credibilidad. Algo similar ocurrió con aquel acuerdo de principios de mayo de 2014 cuando los “guerrilleros”, finalmente, mencionaron que sí dejarían las armas y el narcotráfico, pero después de haberse negado a ello en medio de las negociaciones, dejando un sabor de que se trataba de un acuerdo oportunista para salvar el proceso en medio de un candente debate electoral.
Los resultados de este escenario base arrojan una ventaja significativa de Zuluaga (48,9%) frente a Santos (45,1%), cuando no se contabiliza el posible efecto del voto en blanco y/o de la reducción de la abstención en un 7% (lo cual analizaremos más adelante). Nótese que esta diferencia del 4% supera el llamado “error muestral” del 3% que usualmente manejan las encuestas, con lo cual se estaría replicando en segunda vuelta lo visto en la primera vuelta.
La malaise social: el efecto del voto en blanco y de la abstención (a manera de conclusión)
Es importante identificar el efecto que tendrían los votantes indecisos, que sufragaron en blanco en la primera vuelta (6% del total) y los que no votaron (abstención cercana al 60%). Este es el grupo que puede generar el verdadero cambio en los resultados de la segunda vuelta electoral.
Recordemos que la abstención llegó al 60% del potencial de votantes en la primera vuelta presidencial de 2014. Esta cifra fue superior al 56% de abstención de las últimas dos elecciones al Congreso (2010 y 2014) y al nivel de la elección presidencial (en primera vuelta) de 2010 que fue cercana al 50% (ver gráfico 2). Incluso se superó el promedio de las últimas cuatro elecciones presidenciales que llegaba al 53% del potencial de votantes. Si a esto se le suma la votación en blanco y la no marcada-nula (que es inferior a la de la votación de Congreso), lo que se encuentra es que, con gran pesar, en Colombia los gobernantes son elegidos tan solo por la tercera parte de la población en edad de votar.
Cabe entonces una variante al escenario anterior, focalizada en el 7% de potenciales votantes adicionales para llevar la abstención hacia su promedio histórico del 53%. Si repartimos el 6% de votos en blanco entre los dos candidatos, pues no se acortan las diferencias. En cambio, si imaginamos que ese 7% de votantes adicionales depende del movimiento que hagan las maquinarias políticas, se tienen escenarios con resultados “endógenos” al sistema electoral prevaleciente. Estamos hablando de pensar la forma en que podrían distribuirse 3 millones de votantes adicionales y así quedar con una abstención del 53%, en línea con el promedio histórico.
Hemos supuesto que Zuluaga recibiría el voto del 50% de los nuevos votantes del centro del país, precisamente en las zonas de Antioquia, Santander y eje cafetero, donde ya ganó en primera vuelta. Pero tan solo recibiría el 20% de los nuevos votantes de la costa Caribe. Pero como la abstención fue particularmente marcada en la zona Caribe, esto significa que Santos se vería beneficiado con el 80% de estos nuevos votantes, ganando más que proporcionalmente en esta región donde ya triunfó en primera vuelta.
Dicho de otra manera, Santos estaría añadiendo a su caudal el 50% de los nuevos votantes centro-sur del país (para alcanzar su participación promedio), pero se quedaría con el 80% de los nuevos votantes de la costa Caribe. Esto implica adicionar cerca de 550.000 nuevos en la zona Caribe y así reducir la abstención en esta región del 70% observado el pasado 25 de mayo hacia el 62% histórico (de las últimas cuatro elecciones presidenciales).
Así, sumando los efectos de las alianzas “ingenuas”, del voto en blanco y repartiendo la posible masa de votantes nuevos se registra un empate técnico entre los dos candidatos, dado que la diferencia entre los dos es inferior al 3%. En efecto, en el escenario calculado por Anif, el candidato Zuluaga aparentemente ganaría en segunda vuelta con el estrecho margen del 50,6% vs. el 49,4% que estaría logrando Santos. Sin lugar a dudas se trata de una “final de infarto”, pues la diferencia final sería solo de unos 170.000 votos, claramente dentro del margen de error estadístico de los sondeos electorales en Colombia.
El nivel de tensión solo parece equiparable a imaginar la final del próximo mundial de fútbol entre Brasil y Colombia, pero la diferencia es que aquello es un “juego”, mientras que en estas elecciones Colombia define su futuro con dos visiones bastante diferentes, en lo político, en lo económico y en lo social. Este no es un juego aleatorio, aquí los votantes independientes decidimos motivados por las ideas; pero muchos otros, y quienes probablemente serán el pivote de la decisión, serán más proclives a “la mermelada” que a la discusión programática. Alguien dirá que es el juego de la democracia, pero cada vez más luce como una “democracia capturada”.
* Presidente de la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (Anif). Este análisis contó con el apoyo de Alejandro Vera y Andrea Ríos.