Las frutas del Huila, caminos de exportación desde Santa María
La Asociación de productores de fruta limpia, Mirador del municipio de Santa María- Aprofulmis- recorre caminos de exportación. Cosechan granadilla, gulupa. Un holandés los visitó y les hizo recomendaciones. Crónica del recorrido.

La cosecha será en noviembre. Los frutos verdes de pecas blancas están adornados del sol propio del verano de esta época del año, es la finca de Aldeimar Vanegas y antes de entrar al lote de granadilla es preciso desinfectarse los pies con cal viva en la entrada. Es la vereda Alto Mirador del municipio de Santa María, noroccidente del Huila, esa colección montañosa que actualmente está más mona que verde por efectos de la sequía.
Darle valor agregado a los productos primarios que se cosechan en esas laderas pronunciadas es simplemente llevarlos con éxito a los cascos urbanos, piensan los foráneos que suben la carretera que además está en mal estado. Solo menos de un kilómetro de vía ha sido adecuado con la llamada “placa huella” y por ahí baja y sube en un camión tipo Turbo todo lo que recolectan en los cultivos. Transformar estaría entonces más allá y es un sinónimo de valentía y emprendimiento.
Y lo hacen. Aldeimar es uno de los 25 fruticultores que conforman la Asociación de productores de fruta limpia, Mirador Santa María,- Aprofulmis-y recalca que todo el trabajo está hecho con mucho amor, lo repite un par de veces. Luego cuenta, mientras se reparte degustación, que la pulpa de granadilla que no puede ser vendida a buen precio por tamaño o rayaduras (denominada de segunda o tercera categoría), la convierten en una dulce mermelada o en un refrescante jugo. Llama la atención cuando saca de su cocina una botella con cerveza a base de esta passiflora.
“I love fruits”
La visita a la Finca Yerbabuena, propiedad de Aldeimar, tenía un personaje especial. Piet Shotel, un holandés experto en el mercado de frutas en Europa, acudió con gafas oscuras, jeans, camisa manga corta. Antes de subir a la cima desde donde se ve- según indicaciones de los moradores- la ciudad de Neiva, comió bistec, bebió agua. Pero previo al desayuno, leyó en el DIARIO DEL HUILA su planteamiento respecto a los obstáculos para las exportaciones: logística, seguridad y mentalidad.
Del primer ítem no tendría dudas luego de aquel camino escarpado. No obstante, se le vio contento, sonreía, tomaba fotografías con su celular. Expresó su complacencia en agregar algo al conocimiento de los fruticultores. Todos los campesinos en el mundo deben trabajar muy duro, están haciendo bien las cosas, fueron algunas de sus frases en inglés. Y ama las frutas. “I love fruits”, expresó justo después de consumirse la granadilla. Dulce, 13 grados brix (indicador de contenido de sacarosa-azúcar)- indicó otro productor.
Hubo foto colectiva. En el recorrido por sus cultivos, Aldeimar contó que la Asociación incluye 56 hectáreas productoras de granadilla y 35 hectáreas de gulupa, se unieron desde el 2012 y abarca otras veredas aledañas. Gracias a procesos de capacitación y su esfuerzo tienen ahora la certificación de Buenas Prácticas Agrícolas -BPA-, tan necesarias para los procesos de comercialización actualmente. Allí han contado con el apoyo de la Asociación Hortifrutícola de Colombia -Asohofrucol-, el Servicio Nacional de Aprendizaje -SENA-, el Instituto Colombiano agropecuario -ICA-, ProColombia, Gobernación del Huila.
Alagos, también advertencias
La fruta ahora llega a Europa, Asia, Norteamérica, Suramérica y Centroamérica pero no es un comercio directo sino a través de una compañía más grande. Por supuesto, ellos quieren hacerlo solos, pero van andando y tampoco dejarán de vender a su principal socio comercial. Schotel tomó la palabra en ese sentido. “En el negocio no hay democracia, se dice sí o no y se cumple la palabra. No se pueden esperar discusiones”, comentó.
El extranjero les advirtió que si bien están caminando en la dirección correcta, tienen que ser eficientes en la toma de decisiones, organizar la asociación con un área comercial y administrativa que pueda tener autonomía. “No soy negativo, soy realista. He visto muchos casos en Colombia especialmente en que las organizaciones tienen muchos cambios y se dificultan las relaciones comerciales. Obviamente hay ejemplos exitosos”, sostuvo. De igual forma, resaltó que los requisitos cada vez son más y que deben conseguir el registro Global Gap para facilitar las exportaciones directas, cuidar los niveles de residuos de agroquímicos, ver amenazas de salubridad.
Los fruticultores tomaron las expresiones del holandés con tranquilidad, escuchando atentamente. Él se llevó el sabor de las pasifloras frescas que son cargadas en tarabitas (sistema para transportar las cajas a través de cables de extremos a otros) ancladas en las montañas. Los desafíos continúan. Cuando esas pepas estén amarillas, el camión las llevará al pueblo en las noches, para cuidar los cambios térmicos. El dulzor debe llegar hasta las papilas de quien las consuman en Colombia o en cualquier lugar del mundo.