domingo, 14 de septiembre de 2025
Economía/ Creado el: 2016-04-23 12:46

El Sombrerón: una ‘locura’ muy cuerda hecha negocio

Un paso fundamental para hacer empresa, dice Jorge Humberto Viveros, es venderle a la mente, no a la gente. “Cuando una persona ve alguna de nuestras creaciones, se enamora de ella; como es arte, más no mueble tradicional, entonces no hay punto de comparación con el precio; cada quién decide si está dentro de su presupuesto, y en la mayoría de los casos el precio no es problema, si la historia de esta creación le genera emociones”.

Escrito por: Redacción Diario del Huila | abril 23 de 2016

Jorge Humberto Viveros, hijo de padres nariñenses (Ildefonso Viveros y Teresa Minda), nació en Bruselas (Pitalito), donde su familia encontró el remanso de paz que buscaba.

Soltero, sin hijos, dice que su filosofía es crear; “el mundo aún no  está terminado, siempre existe la oportunidad de crear para mejorar nuestra vida”. Sus estudios básicos los realizó en su pueblo natal y recibió formación técnica en Campoalegre, en el CEFA, como se llamaba en aquellos días el centro agropecuario La Angostura, del SENA.

Dedicado durante muchos años a construir con guadua, tenía una visión: “podemos ser los mejores en lo que hoy hacemos”. Pensó así en construir marca propia, pero se preguntaba sobre qué, si  ya había grandes marcas personales en esa labor, entre quienes destaca al arquitecto manizaleño Simón Vélez.

Cuenta que alguna vez, en la brega cotidiana, su padre lo vio triste y atinó a decirle: “la respuesta a lo que busca la ha tenido todo el tiempo frente a usted”. Con esas palabras le hizo ver que su familia llevaba en la sangre el negocio cafetero y que él mismo en su juventud hacía, con troncos viejos del café, camas, sillas y cuanta cosa se ofrecía en la casa; luego le sugirió que trabajara con esa madera; “los tiempos han cambiado y seguro que le traerá satisfacciones ejercer este arte”, le insistía.

Se le ocurrió entonces a Jorge Humberto hacer algo que, según sus cuentas, nadie se había atrevido, “algo loco”; pero al mismo tiempo algo digno de admiración. De este modo surgió El Sombrerón, como ha dado a conocer su empresa cuya plataforma de trabajo es un taller rústico; “iniciamos a combinar nuestras obras con guadua torcida o curvas, que normalmente no se usan, porque no dan buena estética; ensayamos con raíces, pero los resultados no eran lo que buscábamos, a la gente no le parecía algo novedoso”.

Ensayo y error

Desde aquellos días el ejercicio fue, una y otra vez, ensayo y error; pregunte, aplique, falle y aprenda. “Lógico que ya teníamos mucho a favor, también tuvimos la gran fortuna que la Cámara de Comercio de Neiva desde el momento que conoció el trabajo que estábamos realizando ofreció el apoyo incondicional a este proyecto”, relata agradecido porque se le han abierto las puertas en ferias, con diversos profesionales y hasta lo incluyeron en una gira del Comité de Cafeteros y la Gobernación del Huila, para conocer una experiencia en Antioquia, en torno a la madera del café.

“Cuando las entidades vieron que este tema tenia futuro,  nos abrieron las puertas; entonces vimos que echar para atrás no era la opción”. Mostrar sus creaciones en el  mercado se volvió un trabajo permanente y en ello las redes sociales han sido de gran ayuda; además, “los medios de comunicación se convirtieron en grandes aliados, ellos nos permitieron que en poco tiempo nuestro trabajo se conociera en medio país”.

Agradece a la Cámara de Comercio por haberlo vinculado a Proexport –hoy ProColombia-, animándolo a participar en ruedas de negocios con clientes de diversos países. Admite que el mercado externo es bastante complejo, pero no imposible; “tenemos que aprender bastante y adaptarnos a la cultura y normatividad del mercado al que queremos llegar, hoy estamos creando productos para mercado nacional y también trabajando para que en el momento adecuado podamos llegar a mercados de otras latitudes”.

Eso explica, entre otras cosas, que en mayo pasado haya logrado el segundo lugar en el concurso Emprende tus ideas, realizado por la Cámara de Comercio del Cauca, en el que participaron 307 proyectos.

“Véndale a la mente, no a la gente”

Un paso fundamental para hacer empresa, dice Jorge Humberto Viveros, es venderle a la mente, no a la gente. “Cuando una persona ve alguna de nuestras creaciones, se enamora de ella; como es arte, más no mueble tradicional, entonces no hay punto de comparación con el precio; cada quién decide si está dentro de su presupuesto, y en la mayoría de los casos el precio no es problema, si la historia de esta creación le genera emociones”.

Le enorgullece estar generando de esta manera empleo digno a los artesanos, caficultores, que pueden vender un subproducto de la actividad cafetera a precio justo, siendo amigables con el ambiente, porque no talan bosque nativo para obtener la madera.

Su visión es tener en el año 2030 por lo menos 10 tiendas en diferentes regiones del país; “hace cinco años, cuando inició este tema, trazamos un plan a 20 años, con cada avance hacemos ajustes para acomodarnos a las condiciones que las circunstancias y el mercado nos imponen. Creo que vamos muy bien en el plan trazado, ya tenemos producto y segmentación del mercado al que estamos dirigidos, hoy estamos en la búsqueda de un socio con el que podamos llevar la empresa a las ligas mayores”.

Como conclusión, manifiesta que el emprendedor nato es como un caballo desbocado; “si se le mete algo en la cabeza, sigue terco, terco y más terco, y lo hace... Las entidades del Estado y las gremiales están esperando esos guerreros que no les da miedo equivocase, para apoyarlos; las entidades no quieren mendigos pidiendo limosna, quieren propuestas para hacer de Colombia un mejor vividero”.