Dieta para que las vacas contaminen menos
Pastos más jóvenes, aceites y sistemas silvopastoriles son recomendados por investigadores de la Facultad de Ciencias Agrarias y la de Medicina Veterinaria y de Zootecnia de la Universidad Nacional para mitigar el impacto del nocivo gas.

Si bien Colombia solo contribuye con el 0,3 % de las emisiones de metano en el mundo, el aporte por parte de la ganadería es significativo, pues se calcula en un 30 %. De ahí que reducir la cantidad de gas emitida por el ganado vacuno es el propósito de investigadores en diversos puntos del país.
Una de las investigaciones acerca de cómo reducir este fenómeno mediante la dieta alimentaria es liderada por el profesor Juan Carulla, de la Facultad de Medicina Veterinaria y de Zootecnia.
“Hicimos varios estudios en los que evaluamos los diferentes forrajes que se le suministran a vacas lecheras, en el altiplano cundiboyacense, y revisamos cómo la edad de la cosecha y la especie influyen en la producción de metano. Con estos conocimientos, generamos herramientas prácticas de manejo de las pasturas para uso del ganadero”, señala el especialista.
Forrajes más jóvenes
Los forrajes más tiernos producen menos cantidad de gases por unidad de alimento consumido o fermentado, entonces la recomendación es que en lugar de usar pastos maduros, se utilicen forrajes más jóvenes.
Del mismo modo, las diferencias entre especies de forrajes ayudaron a determinar que los kikuyos jóvenes producen menos metano que otras especies, como las de tréboles.
El docente Édgar Cárdenas, quien pertenece al grupo de investigación del profesor Carulla, ha trabajado con una leguminosa llamada Lotus, que tiene unos compuestos especiales denominados taninos. Las dietas con esta planta producen bajas cantidades de gas (30 % menos) y aunque no es una especie de uso común en Colombia, ya se ha introducido en nuestros ecosistemas con una respuesta favorable.
Una segunda línea de estudio es la inclusión de diferentes tipos de aceites en la dieta de los rumiantes. “Hemos encontrado que algunos disminuyen las emisiones por unidad de materia seca fermentada. Los estudios in vitro han determinado combinaciones en concentraciones muy pequeñas que podrían disminuirlas”, afirmó Carulla.
Medición del metano
En consecuencia, en la búsqueda de métodos para reducir las emanaciones, Alejandra Marín, estudiante de la Maestría de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia en Medellín, desarrolló un proyecto para medir directamente el metano que genera en un día el ganado lechero en cinco municipios de clima frío en Antioquia.
De esta forma, el estudio concluyó que en los municipios lecheros de clima frío de Antioquia, se producen alrededor de 443,58 gramos de metano por animal, lo que equivale a 670 litros por vaca en un día. Lo fundamental de estas cifras es que se halló una diferencia importante con respecto a lo que propone el inventario del Ideam, en cuanto a emisiones para el ganado, que es aproximadamente de un 25 % o 30 % menos.
Por otra parte, se demostró que implementar sistemas silvopastoriles es una alternativa viable. El método consistió en incluir arbustos en el forraje que consumen los animales, como otra opción en la dieta, lo que proporcionó mayor calidad digestible y aumentó la producción de leche.
Según los investigadores, una posibilidad adicional es determinar la cantidad de pasto y de concentrado que se les suministra. Si la dieta es más rica en concentrados, también es menor la emisión.
Efecto invernadero
Asimismo, podría implementarse el manejo de la pastura con respecto a la edad de rebrote, es decir, los días de descanso que hay entre un pastoreo y otro, pues dependiendo de este factor cambian la composición química del forraje y las muestras del gas.
Para el profesor Roberto Gracia, de la U.N. Sede Palmira, aunque la ganadería no contribuye significativamente al aumento de emanaciones de gases de efecto invernadero, es necesario que los productores piensen en la agroecología como una práctica que les permite tener armonía con el medioambiente.
“Debemos permitir que las áreas estén sombreadas por árboles, que dispongan de un sistema silvopastoril en el que los animales tengan protección de la radiación solar y el microhábitat que se da bajo estos árboles. Dichos sistemas posibilitan el crecimiento de las plantas y de unos nichos especiales en los que se mejora la naturaleza”, concluyó el docente.