Venezuela abandonada en su laberinto dictatorial
Fernando Fernández

Los recursos constitucionales y democráticos parecen agotados en Venezuela, la dictadura establecida por el castro-chavismo y liderada por Maduro no será de posible substitución por las vías del diálogo y del apego a la legalidad que ha querido la oposición y la inmensa parte de la población venezolana. El atornillamiento del exabrupto dictatorial, que ha conducido a la ruina social y económica al país, es demasiado resistente y sólo podrá ser desmontado por la fuerza. Se agotó el tiempo y la paciencia. Triste constatarlo. El choque que acarreará fuertes desgracias suena ahora inevitable.
Las instituciones supranacionales no han podido o querido frenar el desatino. UNASUR porque tiene un claro alineamiento al régimen venezolano, su secretario general, el nefasto Samper –célebre en nuestro país por el repugnante proceso 8000– fue entronizado por este régimen al que se mantiene fiel y complaciente; ha llegado este “brillante” dirigente, para quien todo se hace a sus espaldas, a declarar sin empacho que “Venezuela está en buenas manos”. De nuevo, este fingido ciego no ve el elefante que se pasea por nuestro vecindario destrozando cuanto encuentra a su paso. La OEA intenta blandir el arma de la “Carta Democrática Interamericana”, mecanismo mediante el cual se proclama que en un país miembro hay ruptura o alteración grave del orden democrático. Dudo que logre hacerlo, a menos que sea potestad de Almagro, su actual secretario (a quien el chavismo ha copiosamente vituperado). Sospecho que se necesita del voto y concurso de la mayoría de sus miembros, pero la cantidad de países del Caribe a quienes la Venezuela chavista ha comprado con dádivas petroleras nunca permitirán, en guisa de agradecimiento, que su mecenas sea sancionado. La ONU y la CEE se contentan con declaraciones de buenas intenciones pero ni quieren ni pueden efectuar decididamente ninguna acción contundente. Ergo, palabras, palabras, palabras.
Los Estados Unidos están maniatados. De una parte porque su presidente Obama, en final de periodo, no puede tomar decisiones substanciales, y, de otra parte, porque teme ser acusado de injerencia imperialista; de modo que se une al corifeo de pronunciamientos de buenas intenciones. Bellas melodías, pero sin efecto. Los países latinoamericanos permanecen mudos ante la infamia, ora por silencio cobarde y estratégico, ora porque son cercanos a los “ideales” chavistas, ora porque están en transición hacia nuevos rumbos democráticos después de haber adoptado el Socialismo del siglo XXI que el “pensador” Chavez les instauró mediante chorros de petrodólares. Mención especial merece Colombia que no sólo es sordomuda, sino que está dirigida por un presidente cómplice de tales desatinos; de una parte, porque confía en que este país le ayude a firmar su controvertida paz y, de otra, porque no cesa de demostrar que es afín a los métodos allí practicados: su autoritarismo que busca poderes especiales para contornar el congreso y las instituciones, y la imposición de ideas en contra de la mayoría contestataria.
Los tres poderes constitucionales fueron alineados por Chávez en uno solo para el servicio del Ejecutivo. El Legislativo y el Judicial se usaron para loar y acatar los mandatos presidenciales. El descontento generalizado por la penuria y la constatación de un país en bancarrota hizo que el poder Legislativo, representado por la Asamblea Nacional (AN), fuera nombrado con abrumadora mayoría electoral de entre las filas opositoras; hecho que no es óbice para que esta sea saboteada por el poder Judicial, el tenebroso Tribunal Superior de Justicia (TSJ).
CNE (Consejo Nacional Electoral), Fiscalía, TSJ y demás instituciones bolivarianas –enriquecidos con el dinero del país que arruinaron– no son más que instrumentos adscritos al poder Ejecutivo. Instituciones que por su naturaleza deberían controlarlo fueron vergonzosamente convertidas mediante corrupción en herramientas dóciles de mantenimiento del régimen, en sus mandaderos.
El TSJ es un claro apéndice del Ejecutivo, sus miembros fueron nombrados a último momentopor la anterior y oficialista AN, en sesiones extraordinarias ilegales y cuasi secretas en las que no se respetó ni siquiera el quórum necesario. Estos miembros cuidadosamente seleccionados para convertirse en esbirros contra la nueva AN de oposición, han derogado, sin excepción, todas las leyes aprobadas, todas han sido calificadas de no conformes a la Constitución. Han así inhabilitado el poder Legislativo.
El referendo revocatorio contra el presidente organizado por la AN, mecanismo tantas veces preconizado por Chávez y consignado en la Constitución, tampoco tendrá lugar, el TSJ y el CNE lo han torpedeado; han declarado que las firmas recolectadas, que sobrepasan casi por el triple las exigidas, no son legales. No se realizará tal referendo.
Es un secreto a voces: Maduro es colombiano; un hecho que según la Constitución bolivariana lo incapacita para ejercer un cargo presidencial; el TSJ ha enmendado este obstáculo arrogándose derechos modificatorios que no le corresponden: ha declarado que los funcionarios pueden tener varias nacionalidades.
Asegura el gobierno bolivariano en su testarudez comunista que trabaja duro y arduamente por el progreso del país, de cierto hay que en 15 años han construido una ruina de inconmensurable desastre y de difícil rectificación. El incesante trabajo de la cúpula bolivariana es como la de los ratones: entre más trabajan más destrozo producen. Qué paren de “trabajar”.
Los chavistas no abandonarán por las buenas el poder, primero porque desean perdurarse y para ello poco les importa inspirarse de los métodos estalinistas, y porque saben muy bien que de abandonar el poder serán juzgados por sus delitos: narcotráfico, abuso de poder, caos económico, malgasto en armamento, repartición “altruista” del petróleo a sus aliados, falsedad sobre la muerte de Chávez, robo desmesurado de las arcas públicas, etc. y etc.
Los malandrines cuando llegan al poder se anclan en él porque obtienen los beneficios individuales que se proponen, luego este “juego” se les convierte en arma de doble filo, se ven obligados a permanecer anclados ahí porque de salir pierden las bienes materiales adquiridos y además se enfrentan a las investigaciones que los conducirían a la cárcel. Aunque vean el daño causado, por nada del mundo abandonarían el poder, es esa en cierta forma su tortura, en esta encrucijada están Maduro, Diosdado Cabello, Jaua, Tarek Saab, Cilia Flores y toda la ignominiosa cáfila chavista. Ni qué decir de la hija de Chávez: la persona más adinerada de Venezuela y engalanando el ranking mundial de millonarios. Dinero malhabido.
El poder chavista permeó todas las instituciones gubernamentales, con la siniestra asesoría cubana logró calcar el sistema de control y represión comunista; desmontar tal infraestructura es difícil por no decir imposible, en Cuba ha estado presente por más de 50 años, y sobrevive a pesar de la crítica del mundo entero, de los embargos norteamericanos y de la miseria que ha causado. Sus dictadores impasibles continuaron su calamitosa labor; lo mismo ocurrirá en Venezuela, a menos que sobrevenga una contrarevolución, una revuelta popular, una guerra civil, un improbable alzamiento militar. Los mecanismos democráticos han fallado sistemáticamente, su ineficacia es infortunadamente evidente, un cambio pacífico de rumbo no se avizora; única solución plausible: un levantamiento masivo popular.
La separación de poderes es una realidad que hay que fortalecer como práctica constitucional y de buen uso de la democracia; el gobierno colombiano, en afán autoritario, intenta y va logrando escapar a tan sagrado precepto. Ya hemos visto al exfiscal Montealegre alinearse con el Ejecutivo y vemos a diario como el Legislativo es enlodado con chorros de mermelada que de la casa de Nariño fluyen a borbotones. Una deriva presidencial a frenar; estamos advertidos desde nuestro vecino país de las calamitosas consecuencias que ello produce, que no se arguya posteriormente que lo ignorábamos, este paquidermo es grande y visible.