Vacilaciones éticas
Reseña crítica del libro “ Estimado señor M. ” de Herman Koch

“Los escritores modestos son los peores... de modestia no tienen un ápice.
Sólo se hacen los modestos porque en el fondo se sienten mejores que el resto”.
H. K.
Un raro triángulo amoroso conformado por Laura, la chica más guapa de un colegio, Herman, un desgarbado pero audaz compañero de su clase y por Jan, profesor de historia de estos muchachos, sienta la trama central de “Estimado señor M.”, la nueva novela del escritor Herman Koch (Holanda, 1953).
Un triángulo que no tendrá feliz desenlace puesto que los dos primeros mantienen un idilio que obstruye las pretensiones amorosas del profesor con su alumna Laura. No obstante el profesor persiste en su propósito y continúa su asedio, razón por la cual se presenta en la casa de campo en donde la joven pareja pasa unas vacaciones cargadas de gran aislamiento y precariedad debido al rigor de la mucha nieve invernal caída. En ese contexto, asaz tenso, el profesor desaparece como por ensalmo sin que se tenga nunca más noticia de él, ocasionando con ello gran revuelo y toda suerte de conjeturas en torno a las causas de este peregrino incidente que la policía investiga con minucia. La trama concibe este suceso como un hecho real en el cual se basa el escritor M. –célebre novelista holandés–, protagonista de la novela, para construir su libro “Ajuste de cuentas” que alcanza rotundo éxito y en el que con gajes de ficción M. deja entender que los responsables de la desaparición del profesor son sus dos alumnos.
Así las cosas, y 40 años más tarde, un vecino anónimo de M. irrumpe clandestinamente en el ocaso de la vida del escritor para atisbar sus movimientos, su vida familiar, sus deslices, su mujer mucho más joven que él; un especie de merodeador con características de enajenamiento mental. El octogenario escritor es vigilado y acechado por este personaje a quien muy rápidamente el lector identificará como Herman el estudiante implicado en el caso real de otrora e incriminado en la novela de M.
Esta novela de Koch, aparte de presentar una trama entretenida y cautivadora, y que finaliza convertida en un absorbente thriller, es interesante porque establece, como es costumbre de este escritor, una temática de análisis cuya resolución deja en manos del lector. En este caso, se trata de determinar si la verdad de lo narrado con relación al hecho real fue tergiversado o no por el escritor para darle más valía a la trama de su libro. Hecho que permite poner a reflexionar sobre la validez en términos éticos de tal procedimiento narrativo; así como de discurrir, en general, sobre el rol de un escritor en la sociedad. Y es que comúnmente un escritor, por su trabajo intelectual, tiende a ser bien considerado por la colectividad, se le otorga más credibilidad y es presentido de un valor moral superior. Es ahí en donde Koch quiere poner las cosas en su sitio,asesta un golpe en el que deja en claro que un escritor, en particular de ficción, no tiene características que sobrepasen en valía ni predominancia ética a la de los demás. El escritor sería solamente un hacedor de libros. Ocasión que le permite también de arremeter contra la vanidad de algunos escritores, así como de criticar las prácticas del mundo editorial en sus tan marcados quehaceres comerciales. Escritores y editoriales: un negocio más, nos lo pone de manifiesto.
Es bien sabido que las sociedades propenden –particularmente aquellas más inmaduras intelectualmente o en momentos de descontento o de crisis– a conferir capacidades intelectuales, éticas, de gestión administrativa y política a los personajes populares, los de fama, los de farándula, los que a diario aparecen en las noticias por sus faenas públicas. Con base en esta creencia hemos visto entonces que algunos de estos personajes (deportistas, cantantes, actores,..) han sido elegidos para desempeñar cargos de dirigencia política en los países (en Colombia han sido numerosos estos patéticos casos); en general, con resultados desastrosos. Zapatero a tus zapatos, ser popular o famoso no significa ser multidisciplinario ni menos tener capacidades diferentes a las que les da su voz de cantante o sus músculos de atleta o sus interpretaciones histriónicas, por excelsas que estas sean.
Este libro de Koch, elaborado en agradable y conciso estilo, con ahorro de florituras o complicaciones léxicas, puede tildarse de metaliteratura, es decir, que se trata de una novela que es narrada y descrita al interior de otra, de un escritor que escribe sobre otro escritor que novela. Interesante ejercicio literario que no deja indiferente al lector.
Koch, fiel a su técnica narrativa, desenmascara ambigüedades éticas por cuyas rendijas se cuela la duda. Pone así a vacilar los arraigados principios del lector en un magma de pragmatismo e individualismo. En su famoso libro “La cena” que hemos presentado anteriormente en esta columna, el escritor plantea la posible elección entre qué es lo correcto: ¿salvar a un hijo que ha obrado mal, que ha delinquido, o callar y protegerlo, transgrediendo con ello los valores de la sociedad? En su posterior libro, “Casa de verano con piscina”, también analizado en esta columna, traza la disyuntiva: ¿debe ejercerse venganza y justicia de manos propias contra alguien que ha causado un hecho grave, o acogerse a aquella lenta y de inciertos resultados que ofrece la justicia ordinaria, la de los tribunales y sus jueces?
En “Estimado señor M.” el autor utiliza nuevamente una temática conducente a hacer tambalear las certezas y los valores éticos, a analizar lo correcto versus lo pragmático, utilitarista y efectivo. Reincide afortunada e interesantemente el escritor en su crítica a la burguesía actual y a la hipocresía de sus relaciones, planteando dilemas éticos de complicada resolución. Mis recomendaciones de lectura de la obra de Herman Koch en general y de este libro en particular.