Un traductor de sentimientos
Oscar Augusto Torres es uno de los fotógrafos de bodas más cotizados del sur del Colombia, su amor por la imagen lo ha llevado a sobrepasar meta tras meta sus límites y volverlos su fortaleza. Es así como vence diariamente su daltonismo y hace de la magia realidad a través de sus lentes.

“Con mis fotografías me gusta que la gente sepa que la fantasía se puede volver realidad”
Oscar Augusto Torres es fruto del amor entre una florenciana y un paisa. Su corazón palpita por el Huila como el de un hombre enamorado de una mujer hermosa, y en este departamento se ha hecho conocer por la calidad de su trabajo gráfico. Ama a la fotografía tanto como a la belleza misma, es un fascinado de los momentos bellos y a través de su lente ha aprendido a congelarlos en el tiempo.
La vida lo ha llevado de casualidad en casualidad, como ir descubriendo con una linterna el camino en medio de un bosque en la noche. Así llegó a la fotografía, primero como diseñador gráfico y después gracias a los concursos de fotografía que ganaba debido a que sus amigos lo inscribían. Ahora es un apasionado de tiempo completo, asiste a congresos con fotógrafos profesionales reconocidos internacionalmente y trabaja actualmente para una empresa extranjera, junto a otros cinco fotógrafos colombianos.
Llegó a las fotografías de bodas también por casualidad, en un inicio solo por trabajo y ahora asumido con mucha felicidad, “es un trabajo muy bonito, te relacionas con las personas cuando son muy susceptibles, cuando son solo amor, cuando realmente creen en lo hermoso de la vida más que cualquier otro día – excepto cuando sean padres-, en ese momento son un solo corazón abierto a las cosas bellas de la existencia, ese día la magia y la fantasía existen, y yo estoy ahí. Me la paso de un cuento de hadas a otro cuento de hadas, siendo un cómplice de la felicidad”, expresa Oscar sonriente.
Su trabajo no se reduce a retratar bodas, en su oficio realiza gran número de trabajos que van desde fotos estudios y anuarios hasta reportería gráfica y fotografía surrealista, todo lo condensa en su empresa ‘De la Torre, Fotografía y Publicidad’ con la que se ha destacado en la ciudad. “Me he abierto a un público general con mi empresa. Sé que no estoy inventado la rueda pero si estoy ofreciendo una forma distinta de verla, quiero acercar el arte a los momentos comunes, naturales y quizá mundanos como salir a dar una simple vuelta con tu novio, el mismo ambiente laboral o un almuerzo. Por eso pregunto a las personas cómo se sienten, cómo se imaginan… que mi trabajo permita incluso que se descubran. Y cuando lo vean digan: es arte y yo estoy ahí, esa que parece una modelo de revista o de Natgeo soy yo”.
En los eventos que cubre no solo las retrata con un gran sentido de la estética sino involucrando también sentimientos. Su trabajo es arte porque es realizado con amor y siempre resulta destacado, reflejando los deseos de los clientes que más que eso, se convierten en amigos, traduciendo sentimientos e inspirando sonrisas.
De rojo a azul cambió su vida
La palabra adolescencia tiene que ver con adolecer, y así fue para Oscar cuando descubrió de un momento para otro que veía los colores distinto a la mayoría del resto de las personas. “Descubrí que era daltónico en mi adolescencia, toda la vida pensé que sencillamente me habían enseñado mal los colores en la escuela. Toda la vida tuve un bolso Wayúu que son super coloridos, una noche la dejé en el suelo del apartamento de una compañera, de un momento a otro prendieron una luz muy fuerte y lo vi de un rojo incandescente súper brillante, como si fuera radioactivo. Entonces en medio del asombro me hice en el marco de la puerta, lo ponía en el exterior era azul, lo metía al cuarto y era rojo. Le mostré asustado a mi compañera y ella no se sorprendía. No le quise decir de una vez lo que veía porque pensé que de pronto para ella era normal.
Le hice el ejercicio de la puerta de entrarlo y sacarlo, y no se inmutaba, me decía que no cambiaba de color. En ese momento supe que era daltónico y lloré, si no lo hago por lo menos una vez al mes por eso, es poco. A veces hay momentos muy frustrantes como cuando algunos árboles se ponen rojos y la gente se fascina, yo los veo verde, tanto tallos, ramas y hojas. Hasta hace poco me enteré que eran café, lo que me parece un error de la creación, si las hojas son verdes debería ser verdes, tiene clorofila. O los atardeceres a veces los veo de un verde profundo, un verde pasto.
Cuando mis amigos, los que no saben cómo veo el mundo, me dan referencias, es un lío. Me dicen: nos vemos afuera en el auto azul. Y si les está dando una luz especial puedo ver el carro absolutamente verde. También existen colores que nunca he visto y otros que conocí hace poco, como el violeta, lo vi hace poco y lloré mucho. Para mí todas las flores se ven azules y me han dicho que las azules son raras. Por el contrario una flor Lila o parecido, es rarísima para mí. El café es un color rarísimo, si no existiera mi mundo sería igual y los tonos pasteles definitivamente no existen”, narra Oscar.
Por esto, nunca ha puesto nombre a los colores que ve, los observa toda la vida pero no los nombra. No sabe a ciencia cierta cuál es el color del pintalabios de su esposa o del color de los ojos de la persona que le habla. Sin embargo eso no ha sido obstáculo para su trabajo, por el contrario lo ha convertido en una fortaleza, su sensibilidad e inteligencia lo ha convertido en un hombre con constante capacidad de asombro, capaz de captar hasta los más difíciles detalles e incluso capaz de trabajar fotografías a color como un experto, gracias al buen manejo de la cámara, la edición digital y su perspicacia.
El amor siempre presente
Con un alma tan sensible, el amor ha sido para Oscar su motor de existencia. Desde niño a estado enamorado de su mundo, de su ciudad y de varias niñas bonitas que quiso en silencio y admiró desde la distancia. “Habían muchas mujeres que me gustaban y nunca se enteraron, no era mi afán, me bastaba con verlas, porque el amor ha sido más un concepto para mí que una necesidad de tener a quién amacizar. Cuando conocí a mi esposa fue así, pero mucho mejor, desde el primer momento supe que iba a ser mi esposa. Le dije a mi amiga: ¿no cree que esa es la mujer más hermosa del mundo? Y ella me respondió: ah, la conozco, se la presento. Y yo inmediatamente me escondí en el baño. Después pudimos hablar y la invité a salir, en nuestra segunda cita le propuse matrimonio y ella aceptó.”
Duraron un año de novios, comprometidos en secreto y con una promesa indeleble, sin presiones, con la certeza de que estaban destinados para estar juntos. Ahora llevan más de 7 años casados y tiene un hijo, en medio de la cotidianidad Oscar le recuerda a su esposa constantemente que la ama y en medio de su observación aguda de fotógrafo y esposo, descubre en ella cada vez más detalles que lo encantan “ella es psicóloga y yo estoy medio loco, somos como un sándwich de mantequilla con pimentón, pero estamos en medio del pan y nos amamos”.
Quienes quieran conocer el trabajo de Oscar Augusto Torres, pueden visitar su página en Facebook: De La Torre Fotografía. Llamarlo al 317 6819493 o visitar su estudio en la calle 10 No. 11-23 esquina.
El daltonismo es una condición cromosómica que tienen las mujeres y lo heredan los hijos hombres. Ocasiona dificultad para distinguir los colores. El grado de afectación es muy variable y oscila entre la falta de capacidad para discernir cualquier color (acromatopsia) y un ligero grado de dificultad para distinguir algunos matices de rojo, verde y ocasionalmente azul.
‘A pesar de que la sociedad en general considera que el daltonismo pasa inadvertido en la vida diaria, supone un problema para los afectados en ámbitos tan diversos como: valorar el estado de frescura de determinados alimentos’.