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Cultura/ Creado el: 2016-03-17 12:02

Soñar y soñar sin estropear la razón

*Reseña crítica del libro “ Dos años, ocho meses y veintiocho noches” de Salman Rushdie

Escrito por: Redacción Diario del Huila | marzo 17 de 2016

La gente rica nos resulta difícil de comprender, y es que siempre están encontrando formas nuevas de ser infelices cuando les han privado de todas las formas normales de tristeza” S.R.

Dos años, ocho meses y veintiocho noches”, que dan exactamente mil y una noches, es el título de la ultimísima novela de Salman Rushdie, quien para la ocasión funge de nueva Scherezade. Toma para ello como protagonistas a los yinn, unas extrañas entelequias difíciles de definir; seres creados de fuego sin humo, muy populares en el mundo islámico; son los genios, como los que vemos en las lámparas mágicas que en Occidente se nos han hecho populares a través de las leyendas de las “Mil y una noches”.

Los yinn son tan populares en la epopeya árabe como los santos, diablos o ángeles judeo-cristianos, con quienes comparten muchas de sus características. De los hombres toman sus caprichos, triquiñuelas y desbordados deseos de poder, y hasta se hibridan con nuestra especie. Mucho podría hablarse de estos seres imaginarios, pero no valdría la pena puesto que son fantasías de índole culturo-religiosa, sobre las que no hay mayor cosa por añadir, salvo tomarlas a título gracioso, o metafórico como es el caso en el libro de Rushdie.

La novela desarrolla su trama principal en una era que el autor llama “La Extrañeza” que duró dos años, ocho meses y veintiocho noches y que acaeció hace mil años. Es decir nos sitúa en la edad media, en donde se supone se decidió nuestro futuro. Durante esa era los yinn se libran a una dura lucha por cuestiones de poder y escogen como lugar de combate nuestra tierra, apoderándose de ella, masacrándola y sometiendo sus gentes y mentes. Una mezcla narrativa analítica y pensante de leyendas y ficción, que revive la mitología para darle forma y explicación a nuestros hechos históricos y a nuestras costumbres presentes. Un relato que puede inadvertidamente parecer ficción pura o narraciones mágicas, sin embargo, es sólo un artilugio a través del cual el autor destila buenas dosis de metáforas sobre nuestro mundo contemporáneo, nuestro comportamiento, nuestra sujeción a seres extraordinarios, superiores y celestiales que rigen nuestros destinos.

No por nada Rushdie es gran admirador de García Márquez, fascinado con su realismo mágico, es que su literatura está impregnada del mismo almíbar: plantear fábulas sobrehumanas para divertir, enviar mensajes, soñar con que lo imposible puede ser admisible, demostrar que la mezcla real e irreal es nuestra cotidianidad.

Cargado el libro de crítica religiosa sarcástica, que diestramente logra envolver con divertimento que podría pasar por ingenuo, mientras que en efecto el lance está bien atestado de mordacidad. Este estilo le acarreó una fatwa de los imanes islámicos que ordenaron –con recompensa de Allah además de tres millones de dólares terrenales– su asesinato, al publicar su emblemático libro “Los versos satánicos”; nefasta y medioeval ordenanza religiosa aún vigente. El mundo islámico, en donde la crítica es de mal ver, e imposible si se trata de su dios, tendrá de que afanarse con las frases que salpimientan el nuevo escrito, así este tenga más universalidad: “El miedo es lo único que lleva los pecadores hacia dios. El miedo es parte de dios, es la respuesta apropiada de esa débil criatura que es el Hombre al poder infinito y la capacidad punitiva del Todopoderoso. El miedo es el eco de dios, y que siempre que se oye ese eco los hombres caen de rodillas e imploran piedad”, o esta otra bonita perla: “El mismo día en que Adán y Eva inventaron a dios, perdieron al instante el control sobre él... dios escapó a su comprensión y se volvió más poderoso que sus creadores, y también más malévolo... los perseguiría durante el resto de sus vidas para castigarlos por el crimen de haberlo creado”.

Son también objeto de crítica “velada” los sistemas políticos, ante todo los totalitaristas, esos con dictador a bordo que andan sometiendo pueblos a sus caprichosos designios para blindar una doctrina “salvífica”, y manipulando masas a como dé lugar: “No se puede montar un reinado del terror solamente a base de terror. Las tiranías más eficaces se caracterizan por su excelente capacidad organizativa”.

Es el libro una loa a la capacidad y derecho a la ensoñación, al tiempo que una reivindicación de la racionalidad, del método científico, de la búsqueda de la verdad, de recia denuncia a la desigualdad de la mujer y de defensa de sus derechos. “Les habría gustado prohibir a las mujeres directamente, pero hasta ellos se daban cuenta de que no era del todo factible, de forma que se contentaban con hacer las vidas de las mujeres tan desagradables como fuera posible”. Por supuesto, es un exhorto que atañe al mundo in extenso, pero sin duda, con más dura fuerza al islámico en donde la condición femenina brilla por su exceso de desprotección y humillación.

Entre las tantas discusiones que plantea está la separación entre cuerpo y alma y la (im)posibilidad de esta última de sobrevivir sin un sustento material.Averroes, el gran filósofo, aquí referenciado por su nombre árabe Ibn Rush, muy presente en la obra “respondía que la mente y el cuerpo eran la misma cosa, que la mente era la forma del cuerpo humano, y como tal responsable de todas las acciones del cuerpo, una de las cuales era el pensamiento. Elogiar el cuerpo era elogiar la mente que lo gobernaba... por esta razón le costaba creer que la conciencia sobrevivía al cuerpo, porque la mente pertenecía al cuerpo y no tenía significado alguno sin él.” Asimismolo planteaba Aristóteles; Platón, al contrario, pensaba que la mente estaba atrapada en un cuerpo y sería libre solamente al desencadenarse de él. Valga recordar que el escritor Rushdie tomó su apellido en honor a Ibn Rushd.

No ahorra frases y diálogos para traer a colación, de manera anecdótica y con asomo de aparente candidez para poner a reflexionar sobre la interrelación entre terrorismo, simplicidad religiosa y tabú sexual: “Cuando a los hombres jóvenes y desesperados se les suministraban parejas sexuales que les daban amor, o al menos deseo, o como mínimo buena disposición, perdían todo interés por los cinturones bomba, el suicidio y las vírgenes del paraíso y preferían seguir con vida”.

Mi recomendación para leer este interesante libro, muy en la línea del estilo y pensamiento del escritor. Un libro que anecdóticamente introduce planteamientos, dudas y la urgencia de análisis de nuestra humanidad y sus hechos; crítica mesurada en sus palabras, pero contundente en los variados y actuales temas que aborda, entre los que destaca la religión, la que sufre un nuevo ramalazo un su ágil pluma; la lectura entrelíneas indica que es ella y los seres que ha creado los responsables de los males de la humanidad. “...nuestro mundo, sus ideas, su cultura, sus conocimientos y sus leyes, está siendo atacado por la ilusión que hemos creado colectivamente [dios], por el monstruo sobrenatural que nosotros hemos desatado”. Sólo la comprensión individual, racional y humana, afianzada en una clara separación entre lo celestial (ficticio) y lo real, lograría esa armonía universal tan deseada.

Es, y por último, también el libro un cántico de esperanza sobre el futuro de la humanidad, sus posibilidades de felicidad, paz y progreso, a expensas, tal vez, de la disminución del delirio y su magia ensoñadora. “La razón puede echarse una siestecita, pero lo irracional se queda aletargado más a menudo. Al final será lo irracional lo que acabe atrapado para siempre en los sueños mientras la razón se adueña de los días”.