domingo, 20 de julio de 2025
Cultura/ Creado el: 2015-10-31 11:43

Perfecciones y Movimientos

Crítica a la pieza de ballet Jewels (Joyas) del Bolshoi. « Jewels ofreció una oportunidad única (…) intensidad, juegos deslumbrantes, saltos de luz y grandes bailarines. Una alegría de tres quilates ». The Telegraph

Escrito por: Redacción Diario del Huila | octubre 31 de 2015

Fernando Fernández

Especial para Diario del Huila

En 1967 el gran coreógrafo ruso, afianzado estadounidense, Georges Balanchine creó la pieza de ballet Jewels (Joyas). Una obra clásica que consta de tres partes, cada una de las cuales intitulada con una piedra preciosa: Esmeraldas, Rubíes y Diamantes; cada parte de la coreografía desarrolla un tema que se relaciona respectivamente con la cultura de tres ciudades: París, New York y San Petersburgo. Se conforma así un tríptico, en donde sus temas brillan con el fulgor de una piedra preciosa que la danza vuelve joyas.

Asiste uno extasiado al desarrollo de los tres temas, el ojo se regocija mientras la mente se embelesa ante el desborde estético de cuerpos bailarines en movimiento que adoptan posiciones clásicas balletrísticas que ennoblecen el espíritu. Sublime, es tal vez, el adjetivo adecuado. Logra con creces esta demostración artística aislar nuestra esencia de lo prosaico que ordinariamente nos rodea; conjetura uno en estos momentos de exaltación intelo-estética que la evolución humana está cumpliendo su ideal, consigue el atento ojo espectador hacer abstracción de lo que ocurre en la calle, una magnificación que permite sobrevivir, soñar, creer en la especie humana.

Es que la mente se tonifica, se hipnotiza al compás de esos cuerpos perfectos que ejecutan movimientos impecables, que evolucionan con un ritmo sutil, con una cadencia delicada e incorpórea. No sólo flotan esos cuerpos cuya sutiliza y técnica dancística vuelve ligeros, sino que también hacen que nuestras neuronas floten, que se eleven a estadios superiores, etéreos, esos que corresponden al intelecto.

Si bien los comentarios anteriores imbuidos de exaltación estética hacen alusión a la pieza Jewels, suelen ser también significantes para puntualizar el éxtasis que produce una estética elaborada cuando es detectada por nuestros sentidos, cuando es incorporada a nuestro cerebro, cuando este es apartado de la rusticidad, de las algarabías insubstanciales y de la futilidad diaria. Es común experimentar tal placentera sensación cuando nos embrujamos delante de una escultura clásica, o dejamos que nuestro ojo recorra las formas suaves suavísimas del duro mármol esculpido, o con las ingeniosas pinceladas de algún gran maestro, o con alguna refinada tonada musical, o con las floridas frases de algún escritor, o con las ideas bien cimentadas de un pensador; tantas nobles cosas y causas que embriagan refinadamente nuestra mente y nos distancian de lo ordinario.

Prima la sobriedad en esta pieza de danza. Una escenografía minimalista en la que no hay utilería y en la que únicamente destaca un telón de fondo que lucidamente representa la piedra preciosa del tema danzado. Así sucesiva y bellamente se resalta el verde, el rojo o el blanco. Igualmente y de par va el vestuario: sobrio, palmario y adecuado: tutus, largos o cortos, acordes con el color de la piedra danzada. Nada está por demás, nada faltante: elegancia, precisión y sensualidad es la regla imperante.

La espléndida coreografía evoca cada ciudad cuyo tema trata, enfatizando su idiosincrasia: el romanticismo parisino, los musicales del Broadway newyorkino y el virtuosismo imperial de San Petersburgo. Y ello es logrado mediante frases coreográficas sencillas pero complejas por su dificultad física y técnica, por la destreza necesaria para la excelente interpretación de los pas de deux, pas de trois, arabesques, pirouettes, entrechats y tours en l´air magistrales, sin hablar de los ensembles en donde la sincronización es perfecta, sin cabida alguna a asimetrías visibles al ojo; proezas sólo logrables con mucha experiencia, con repetición a ultranza y destreza al súmmum. Fórmulas que posee el Bolshoi desde hace siglos.

Prima en la composición de la pieza, la perfección del movimiento sobre la densidad dramatúrgica; casi podría decirse que el cerebro está concentrado en el movimiento sin lugar para análisis de otra índole, y ello basta.

En este nuevo Jewels del Bolshoi es patente la liviandad de los cuerpos que se libran a volteretas dancísticas que desafían la gravedad sin dejar evidencia de la dificultad física que ello conlleva. Esbeltez y virtuosismo de los cuerpos. Cada preciso y delicado movimiento de la pieza es una palabra engastada en un exquisito poema danzado. La pieza integral: una verdadera joya de deslumbrante luminiscencia.

La cereza sobre este apetitoso pastel es la música: el ballet evoluciona ritmado por las músicas de prestigiosos compositores: el francés Fauré y los rusos Stravinski y Tchaikovski. Excelente escogencia de Balanchine.

NOTA:

Jewels es la pieza con que se abre la temporada 2015/2016 de Ballet Bolshoi y que con gran acierto nos ofrece Cine Colombia. Vale recordar que el Bolshoi ruso, fundado en 1776, es la compañía de ballet clásico más antigua y de mayor reconocimiento a nivel mundial. El repertorio ofrecido en esta temporada incluye estupendas piezas, como: “Giselle”, “La dama de las camelias”, “La fierecilla domada”, “Don Quijote”, “Cascanueces”, “Espartaco”. Grandes producciones con excelente intérpretes, transmitidas, y para escogencia del espectador, en directo o en diferido desde Moscú. Esta temporada se presenta en 50 países, en más de 1200 salas; en Colombia tendremos el privilegio de asistir a ella en varias ciudades y a precios muy asequibles. Lástima, ello será por un tiempo muy limitado. Aviso a los interesados para procurarse los tiquetes oportunamente.

Aparte de la temporada de Ballet, también y para nuestro gran placer, Cine Colombia tiene este año temporadas de Ópera, de Teatro y Exposiciones de arte. A seguir con atención.