domingo, 20 de julio de 2025
Cultura/ Creado el: 2014-07-09 09:06

El mundo de afuera

Reseña crítica del libro “El mundo de afuera” de Jorge Franco.

Escrito por: Redacción Diario del Huila | julio 09 de 2014

La novela “El mundo de afuera” del escritor colombiano Jorge Franco (Medellín, 1962) tiene como tema principal el secuestro del rico empresario Don Diego Echavarría Misas (Medellín, 1895-1971) ocurrido en Medellín el 9 de agosto de 1971; hecho que se anuncia desde la primera página del libro. Rápidamente el lector se entera que esta extorsión ha sido realizada por una banda delictiva encabezada por el Mono Riascos.

 /></p><p>La novela tiene tres ejes narrativos de la acción principal que es el delito de secuestro: <strong>(i)</strong> El secuestro en sí mismo: planeación, ejecución, tropiezos, <strong>(ii)</strong> La vida de los secuestradores antes y durante el plagio, y <strong>(iii)</strong> La vida de la familia de Don Diego narrada en <em>flashback</em>. La novela se sitúa en 1971 con permanentes recuentos de los años sesenta.</p><p>La trama bien estructurada por los ejes mencionados anteriormente, logra con relativa facilidad crear un interés en el lector, atraerlo y atarlo a lo largo de sus 300 páginas. Considerada la novela independientemente de su trama, puede decirse que el mayor interés del libro es poner de manifiesto el enorme contraste entre, de una parte, la familia Echavarría que navega en la abundancia, que vive atiborrada de lujos y opulencias a la manera de la aristocracia europea, y habita en un Castillo que claramente los aparta del mundo real, y, de otra parte, el pueblo, representado en buena medida por los secuestradores, que sufre penurias económicas y vive de una manera mísera y parroquial. Se establece  así la dicotomía que lleva al conflicto entre la burguesa familia Echavarría que se encierra y aísla en una fortaleza y la población circundante que los observa curiosa y no entiende esas tan marcadas diferencias sociales. Así las cosas, el título del libro adquiere gran pertinencia, es un acierto.</p><p>Llevó Don Diego durante su juventud una vida de grandes comodidades, fiestas e intensa vida cultural en Europa, en particular en Alemania, en donde se respiraba un aire de postguerra: saludable de un lado por la paz y el progreso emanado de la reconstrucción del país, e insano de otra parte por la humillación de la derrota que aún rumiaban algunos alemanes. En una de las tantas representaciones artísticas a las que Don Diego asistía con frecuencia y fervor, conoció a la bella Benedikta Zur Nieden de quien se enamoró a la velocidad del rayo. El sentimiento siendo mutuo deciden los dos tortolitos unir sus vidas. Aquí el contraste es de gran interés por las diferencias culturales e idiosincráticas de los dos personajes: la teutona de costumbres liberadas y Don Diego anclado en conservadoras tradiciones colombianas, particularmente en lo concerniente a la noción de familia. En la simbiosis de esta pareja, que se establece y perdura por la fuerza del amor, se impone la ideología criolla, al tiempo que en las maneras y formas se imponen las culturales y sociales europeas.</p><p>La pareja decide llevar una vida común, aunque sin matrimonio por expresa convicción de Benedikta y con el claro desacuerdo de Don Diego que teme ante todo al qué dirán de la sociedad colombiana. Después de realizar fastuosas compras en Europa para amoblar su futura residencia, viajan vía marítima a Colombia para establecerse en Medellín. Una escala en Barranquilla fue el primer contacto que tuvo la consorte del criollo aristócrata con su nuevo país de residencia y la sorprendió sobremanera por el atraso y suciedad que constató. Previo al viaje, Don Diego había mandado elaborar planos arquitectónicos para construir un palacete de fantasía inspirado de los castillos alemanes y sobre todo de los opulentos franceses del Loira. El resultado: el Castillo, una mezcla gótica y medieval que hizo edificar en Medellín, una perla de lujo, suntuosidad, usanzas europeas, mobiliario aristocrático y fortaleza protegida y aislada del entonces mundo parroquial antioqueño.</p><p>Si bien esta construcción existe aún en Medellín y es hoy en día un museo de gran interés, la historia nos cuenta que fue construido por José Tobón Uribe y no por Don Diego Echavarría como lo presenta la novela. Este último lo adquirió posteriormente introduciéndole numerosas modificaciones. Es el Castillo en la actualidad un museo privado sin ánimo de lucro dedicado a la promoción del arte y la cultura. Contiene colecciones de obras de maestros colombianos, artistas europeos y colecciones de artes decorativas: muebles de principios del siglo pasado, cristalerías de Baccarat, vajillas y porcelanas de manufacturas europeas. De amplios y numerosos salones y jardines propios de una época dedicada al culto de las artes. Consagra también actualmente sus estupendas instalaciones al desarrollo del arte contemporáneo.</p><p>En ese fastuoso Castillo encierra Don Diego a su familia para protegerla del mundo contaminante pueblerino y pobre que la rodeaba, la incomunica del entorno y la pone a vivir en un irrealismo, fuera de lugar, que reproduce el europeo; una bonita utopía que termina por pasarle triste factura.</p><p>De la unión de Don Diego y Benedikta nació solamente una hija a quien llamaron Isolda en honor a la ópera wagneriana “Tristán e Isolda” que tanto afeccionaba Don Diego. La niña crece en medio de lujos, en un mundo imaginario rodeada de jardines, sirvientes, institutores privados, sin contacto con el mundo exterior; sus amigos fueron entelequias que se creó mentalmente como compañía. Algunas travesuras de su edad le fueron fuertemente reprimidas. Curiosamente su aislamiento fue observado y espiado por años por el Mono Riascos, personaje subrepticio y de sexualidad ambigua, quien desarrolló por esta prisionera desconocida un amor tan utópico como el que vivía la niña en su jardín de ensueño. Por eso el secuestro de Don Diego, aunque de apariencia de finalidad económica, está impregnado de otro móvil: el de índole afectivo; buscaba el Mono Riascos estar cerca del padre de Isolda, su platónica enamorada, y así, a través de esta forzada proximidad, perpetrar ese inasequible delirio.</p><p>Pasan amenas las muchas páginas en donde se relatan los andares de la pandilla secuestradora que brilla por su poca experiencia en estas lides, por sus errores y torpezas, pero sobre todo por las muchas improvisaciones que tornan al ridículo y al malogro de su propósito plagiario.</p><p>Es un libro de difícil clasificación. No se trata de un documento histórico, pues a pesar de que algunos personajes son reales, los hechos al presentarse novelados carecen de cabal veracidad. Ficción pura tampoco. Para ser un <em>thriller</em> le faltaría una trama con más intríngulis y un desenlace menos previsible. Parece mejor pensar que se trata de un guion de cine, está ya casi preparado con los innumerables diálogos que conforman el libro. Para quienes hemos seguido de cerca los libros de Franco (Rosario Tijeras, Paraíso Travel, Melodrama, Santa Suerte,...) es sin duda este de los menos interesantes, y, paradojas de la vida, es justo el que se ha hecho acreedor al Premio Alfaguara 2014. Ah, vuelve esa idea que no nos abandona: en las grandes editoriales prima el aspecto comercial de sus publicaciones en detrimento del realce de la buena literatura.</p><p>____</p><p><strong>PD:</strong> La familia Echavarría de origen vasco aparece en Colombia hacia el siglo XVII, una casta de ricos antioqueños, empresarios y filántropos que ha dado origen a un amplio número de compañías e instituciones bien reconocidas, citemos: Fabricato, Coltejer, Universidad de los Andes, Corona, Incolda, la revista Semana, el hospital San Vicente de Paul.</p><p> </p>			</div>
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