Coronavirus: ¿un mal necesario?
No ha pasado un mes desde que se comprobó la llegada del coronavirus a Colombia y ya hemos atravesado por toda clase de actos delictivos, vandálicos y hasta heroicos. Pero en medio de tanto caos, se evidencian hechos que le dan luz verde al planeta, a nuestros hogares y a cada uno de nosotros, al encontrar un espacio para la convivencia más allá del individualismo y al otorgarle valor a lo verdaderamente importante.

Por: Liz Farfán
¿Héroe o villano?
Si pudiera relacionar al Covid-19 con un personaje de ficción aunque su género haya cambiado de masculino a femenino por la RAE, sería con Thanos, el villano de la saga de Avengers, que sin duda es el más poderoso de los Eternos de Titán, un mutante que al igual que el coronavirus, poniendo la situación en modo película, ha buscado el equilibrio del universo, acabando con más de 23 mil vidas alrededor del mundo, en beneficio del mismo, con el ánimo de que tomemos conciencia de que existe un planeta que necesitaba de un respiro y que además, ahora más que nunca, necesita que entendamos que no hay que dar por hecho cosas que creíamos que no eran realmente importantes, porque como ya es evidente, lo material ha dejado de cobrar valor y actos como la humildad, la generosidad y la paciencia, en este momento valen más que todas las gemas del infinito.
Pero esto no quiere decir que el Covid-19 busque que las personas mueran por doquier sin una verdadera razón como la que tenía Thanos, sin embargo y tratando de ver el lado positivo de la situación, todo esto ha hecho que tomemos conciencia de ciertas cosas y que nos demos cuenta que hechos tan básicos como lavarse bien las manos, tomarse el tiempo necesario para compartir en familia, dejar de lado el celular para verse a las caras durante las comidas, tener verdaderas conversaciones y hasta reír, hayan hecho de la unión familiar, un verdadero privilegio en tiempos de dificultad.
Los beneficios
Basta con decir que ahora queda más tiempo para saludar en las mañanas, hacer el desayuno, sentarse en la mesa y rememorar en medio de un café, los hechos más anecdóticos que han marcado nuestras vidas y que mitigan entre risas, el temor que existe tras las lamentables noticias que nos informan día a día. Queda tiempo hasta para saludar al vecino y saldar roses por motivos que ahora ni peso tienen.
Nadie está exento
No todo es malo y aunque ahora lo anhelemos más que nunca, no todo es bueno; las cifras tampoco ayudan y cada vez vemos cómo este virus sigue cobrando la vida de miles y miles de personas sin importan el rango de edad, estatus social o poder adquisitivo. Aquí nadie tiene poderes excepto el virus, nadie está exento, nadie es inmune a él, es tan poderoso y tan fácil de adquirir que, nadie, sin excepción, está en la libertad de decir que no lo afectará porque sí o porque no. Aquí no existen personas con súper poderes o tiene las siete vidas del gato; por eso, al que lo toca y se salva, no está en la condición de decir que fue fácil de afrontar, porque aunque todos no presenten la misma sintomatología, todos sí tuvieron el riesgo de irse sin tiquete de regreso porque la arbitrariedad que refleja es tan masiva, que el daño que ocasiona no es solo morfológico, va más allá de eso y trasciende de un dolor físico severo para convertirse en un miedo que penetra la mente, el alma y también los huesos. De ahí la dimensión de su gravedad.
Por ende, tanta ha sido la angustia, sea cual sea la razón: falta de fe, miedo a que escaseen los alimentos, temor a perder el empleo y por consiguiente, quedarse sin un peso en el bolsillo para poder solventar esta crisis, que no todos se han sumado a la tarea de quedarse en casa. Existen excepciones como las del personal médico, sanitario, farmacias, transportadores de alimentos, supermercados de cadena, tiendas de abarrotes, entre otros, que siguen cumpliendo con su labor y no han dejado de lado sus funciones para seguir abasteciendo y ayudando a todos los que necesiten de sus servicios durante este periodo de cuarentena. Sin embargo, existen otras personas que aun sin necesitar salir a la calle, lo siguen haciendo de manera inescrupulosa porque creen que esto se trata de una simple gripe al igual que el presidente de Brasil, y además, piensan que no los afectará porque con la ayuda de remedios caseros podrán controlar todo lo que esto conlleva.
Detrás del beneficio
Por eso, es que aún siguen existiendo personas que hacen caso omiso a las restricciones que cada vez son más evidentes. Pero también es claro que nadie, incluso un virus, puede llegar a la vida de una persona y quitarle su libertad para sobrevivir, menos en condiciones de hambre y necesidad. Porque para aquel que tiene cómo y con qué, es fácil decir “quédate en casa”, “no salgas”, “por favor no salgas”, “cuida a tu familia”, “cuidémonos entre todos”, “seamos responsables” porque existe una brecha gigantísima detrás del beneficio que no deja ver las necesidades de miles de habitantes que tienen la responsabilidad de salir sí o sí en medio de las calles más desoladas de todos los tiempos, a vender tintos y eligiendo morir entre de la propagación del virus o del hambre que azota sus vidas.
Conciencia colectiva
En definitiva, no llevamos ni un mes desde que se comprobó la llegada del Coronavirus a Colombia y ya ha habido toda clase de disturbios, saqueos, euforia masiva, aglomeraciones y demás actos caóticos que evidencian la falta de conciencia colectiva del colombiano promedio al entrar en pánico creyendo a su vez, que acabando con el papel higiénico y dejando vacías las estanterías de los supermercados, serán inmunes al virus.
Esto no se trata de individualidades, por el contrario, cada vez nos damos cuenta que se trata de brindar apoyo, más del que quisiéramos y de generar conciencia entre todos, para que juntos, siendo coherentes con nuestros actos, podamos combatir este difícil episodio y desde la casa, el trabajo o incluso desde la calle, tengamos TODAS las precauciones posibles para concientizarnos que esto llevará más de 19 días y aunque es evidente que nadie está preparado para tener tan siquiera una semana de total encierro o aislamiento (para que no suene tan despectivo) sin poder salir a la calle a dar una vuelta, sacar a pasear al perro por más de 20 minutos al día, ir por un café o salir a tomar un par de cervezas con amigos, hay que tener la capacidad y la fuerza mental de que esto va para rato, si no aportamos con las medidas básicas que no se hacen esperar.