“Me marcó el ajusticiamiento de mis compañeros”
Tras la separación con el padre de sus hijos, ocultando sus seis meses de embarazo y creyendo que en las FARC encontraría una salida económica a sus problemas, decidió ingresar a la primera compañía de la columna móvil Teófilo Forero Castro, desconociendo que allí todo empeoraría y que su participación en la guerra la marcarían para siempre.
Tenía entonces 18 años de edad, un bebé de dos años que tuvo que dejar al cuidado de su madre y mil sueños por cumplir. Sin embargo, tan pronto como ingresó a las FARC su identidad cambió, empezó a ser conocida como La Flaca, no hubo consideración por su estado de embarazo y pronto llegaron los malos tratos.
“Cuando se enteraron que estaba embarazada me dijeron que no podía quedarme con la niña, la tuve en unas condiciones poco higiénicas y de inmediato me separaron de ella”, aseguró La Flaca.
Estar lejos de sus dos hijos y sin la posibilidad de apoyarlos económicamente, había sido sólo el comienzo de sus pesadillas. Habían pasado dos años y con ello el deseo de escapar se hacía cada vez más evidente.
Triste episodio
Un día iba a huir junto con otros integrantes conocidos en los alias de La Chata, El Flaco y El Enano, pero un mal presentimiento se lo impidió; “desafortunadamente fueron descubiertos y los regresaron al campamento con la orden de ajusticiarlos, yo lloraba y pedía que les perdonarán la vida y les dieran otra oportunidad, pero alias Ancízar por el contrario nos obligó a cavar tres huecos y a presenciar la muerte de nuestros compañeros”, confirmó La Flaca.
“Ellos fueron amarrados y obligados a arrodillarse, a otros compañeros les dieron la orden de dispararles y tras cubrirlos con tierra fueron abandonados en ese lugar, sin la posibilidad de que sus familias se enteraran que fueron asesinados y pudieran darle cristiana sepultura”, relató la mujer.
A este triste episodio que asegura no ha podido borrar de su memoria y que aún la atormenta, se suma el de aquella vez en el que resultó gravemente herida, hecho que le afectó la movilidad de su mano izquierda y le dejó cicatrices en el cuerpo y en el alma.
“Hace tres años, en un enfrentamiento fui alcanzada por una granada, se me reventaron los oídos, perdí mi mano izquierda y me quedaron cicatrices en una mejilla; en la guerrilla me dijeron que me iban a apoyar para que se me practicara una cirugía que me permitiera recuperar la movilidad, pero también fue mentira”, aseguró.
Hoy nueve años después, la mujer buscó el apoyo de las tropas del Batallón de Artillería No. 9 Tenerife de la Novena Brigada ante quienes expresó su deseo de desmovilizarse. A sus 27 años de edad, La Flaca se ha vuelto a enamorar, sentimientos que le dieron la fuerza necesaria para escapar, con la convicción de entregar todo de sí para superar el pasado y de esta manera lograr ser feliz junto a su compañero y sus dos hijos, hoy de 9 y 11 años.