Rodrigo Lara: su llama ya no arde
El próximo mes se completan tres décadas de la muerte de Rodrigo Lara; en su tumba ya no arde la clásica llama que acompañó el sepulcro en los primeros años y hoy su asesinato sigue en la impunidad.

En la tumba de Rodrigo Lara se conservan una flores artificiales rosadas y violeta que logran dar color a su tumba, a pesar de que el paso del tiempo ha borrado un poco la inscripción, aún se puede leer la fecha de su muerte y ver aquella firma en la parte inferior de la tumba. Sin embargo la llama que antes permanecía encendida de día y de noche ya no arde, como la memoria de muchos colombianos. Se ha apagado.
Hace 29 años Rodrigo Lara Bonilla fue asesinado en el norte de Bogotá por dos sicarios de Medellín. El país y en especial el Huila sufrieron el luto de un líder que se caracterizó por su lucha contra el narcotráfico. Tiempo después vendrían duros desafíos para el país que vivió el martirio de la guerra entre los capos y los dirigentes políticos, y que cobraría la vida de miles de inocentes.
Rodrigo Lara fue alcalde de Neiva en los 60, diputado y senador. Como hombre inteligente sabía que corría peligro, pues su lucha contra Pablo Escobar era un agua densa de la que sabía que no podía librarse facilmente. Después del suceso en ′Tranquilandia′ se desmanteló un laboratorio ubicado en extensas tierras del Caquetá y Meta, controlado por Pablo Escobar, Gonzalo Rodríguez Gacha, Carlos Lehder y los hermanos Ochoa, todos cabecillas de los carteles del narcotráfico en el país.
Rodrigo Lara temía por su vida, ya que los dueños de las aeronaves encontradas salieron a la luz pública, entre esos un helicoptero encontrado en Tranquilandia que presuntamente era de Álvaro Uribe y su padre. Hoy la tumba del dirigente liberal se encuentra junto al médico Rafael Arzuelo Manchola a su izquierda y el diputado Faiver Álvarez Bermeo a su derecha.