Para los campesinos de Las Ceibas también terminó la pesadilla
El miércoles 28 de mayo, día en que la Agencia Nacional de Hidrocarburos envió al Comité cívico defensor de la cuenca en Neiva el acta de terminación del contrato de concesión para la exploración y explotación de hidrocarburos en un área de 58.698 hectáreas de las cuales 1.037 hacían parte de la cuenca del río Las Ceibas,

doña María Odilia Bonilla, de 80 años de edad, residente en la vereda Los Cauchos, se enteró de la novedad.
Aunque a su predio situado en el kilómetro 20 de la vía Neiva –Platanillal– Balsillas, entra señal de telefonía celular, nadie le avisó ni a ella ni a los hijos que la acompañan, que el proyecto de exploración que veían como una amenaza por los efectos que tendría en la zona, terminó y no tendrá continuidad.
María Odilia Bonilla
“Recibí la noticia por medio del televisor. Me puse muy contenta porque ya no va a haber exploración”.
El 10 de abril no salió a marchar a las calles de Neiva, pero sus hijos sí lo hicieron. “Ellos fueron a la marcha a protestar porque todos sabemos que la sísmica seca las aguas”, dijo.
A las 5:00 de la tarde del jueves, dos de sus hijos todavía no lo creían. Oliver, el más joven, la escuchaba mientras alimentaba los cerdos. Se acercó y expresó sus dudas. Días atrás oído decir que la petrolera correría el bloque. “Lo que yo sabía era que iban a quitar el pedazo de área de la cuenca para no hacer la sísmica y eso pues tampoco nos sirve porque de todas maneras estando cerca hacen el daño”, dijo.
Con un ejemplar a la vista del Diario del Huila de la fecha y las fotocopias de los documentos firmados entre las partes, respiró profundo. Todos en casa, incluida su esposa, se sintieron tranquilos.
Al medio día, cien metros abajo, a orilla de la misma carretera don Gerardo Bonilla y su esposa Sandra Quimbayo desconocían el hecho. Al igual que los hijos de doña Odilia, tuvieron que leer las páginas del Diario para convencerse de que por lo pronto no correrán ningún riesgo por causa de una nueva exploración de hidrocarburos.
Gerardo Bonilla
“Vivo con la mujer y dos hijos: José Manuel y Sofía. Voy por los 66 años y soy nacido y criado aquí en Los Cauchos, donde vivo ahora de las pepitas de cacao. Digamos que nos sentimos mucho mejor sabiendo que no va a haber exploración en este terreno, de petróleo. Después de que haiga (sic) una exploración de eso, quedamos secos”.
Sandra Milena Quimbayo
“Estoy de acuerdo con lo que hizo el gobierno para que no haya explotación porque si no, nos acabábamos todos. ¿No ve lo que pasó por allá en el Llano? A la gente le falta ahora el agua para una cosa y para la otra, hasta para bañarse. Estoy alegre de que no haya sucedido eso y le doy las gracias al gobierno porque se acordó de los pobres. Nosotros estuvimos el 10 de abril en la marcha en Neiva. Nos fuimos en la chiva con la presidenta de la junta Audelina Espinosa y la profesora y mi hija Sofía. Gracias a Dios pudimos estar allí y que nos escucharan a los campesinos”.
Del otro lado del río, llegó el labriego Félix María Espinosa, también de Los Cauchos, quien afirma que cultiva “lo que resulte”, en la parcela familiar heredada de sus padres.
Félix María Espinosa
“Tengo 56 años. Nací, me crié y me formé aquí en esta zona de Los Cauchos. Tenemos una tierrita al otro lado del río donde sembramos plátano, yuca, lo que resulte. Ahora estamos con un proyecto de cacao. Pasamos atravesando un colgante que tenemos allá.
“Me parece agradable, muy bueno que ya no vayan a explorar aquí petróleo porque la sísmica iba en contra de los recursos naturales. En el tiempo que hicieron sísmica para la parte de abajo, todo lo hicieron como a la tapada. Los de la parte de arriba no nos dimos cuenta. Con el tiempo mandaron unas propuestas para los que quisieran trabajar en la petrolera. Muy pocos aceptaron y eso que había varios opciones: celaduría, portería y oficios varios. Eso lo hicieron cuando ya todo estaba funcionando”.
Camino a sus predios en Floragaita, distante cinco kilómetros de Los Cauchos, Luis Alberto Cuchimba y su hermano Víctor Manuel, no afirmaron ni negaron estar enterados del hecho, pero al igual que los hermanos Bonilla necesitaron confirmar que era cierto y luego expresaron sus sentimientos, antes de continuar la marcha a pie, carretera abajo, con el vecino José Amín Arias.
Luis Alberto Cuchimba
“Con esa noticia estamos felices porque a nosotros lo que nos interesa son las reservas hídricas que tenemos en la cuenca de Las Ceibas. Nos favorece mucho, porque de lo contrario las fuentes se secan y estas tierras se volverían áridas y baldías. Nos tocaría irnos a otra parte, a pedir sería: para vivir, porque después de que no se de nada de lo que sembremos, ¿qué?, si aquí vivimos es de la ganadería, del cacao y el banano”.
Víctor Manuel Cuchimba
“Gracias a Dios. Me siento feliz de que el gobierno acabara con ese compromiso que tenía con los petroleros, porque la realidad es que nosotros siempre estuvimos en contra de ese proyecto que querían ejecutar y que sabíamos que primeramente, nosotros como campesinos residentes en la zona, seríamos los primeros afectados en cuanto a la falta del líquido más preciado que es el agua, que es la vida. Seguidamente pues sería el pueblo de Neiva el que sufriría esas consecuencias.
“Aquí hemos sido conscientes de eso en las reuniones que hemos tenido de juntas. Cuando ha venido gente del gobierno y de los petroleros a preguntarnos, siempre nos opusimos porque tenemos el espejo clarito de lo sucedido en los Llanos por la explotación del petróleo.
“A raíz de eso se hizo una marcha en Neiva hace mes y medio donde rechazamos eso. Nosotros nos unimos y acá fue donde sinceramente nació la idea de rechazar ese proyecto que tenía el gobierno, por eso estamos felices de que el mismo gobierno haiga (sic) desaprobado eso”.
En efecto, fueron las voces campesinas de Audelina Espinosa y María Elsy Bonilla las que alertaron a mediados del año pasado, en reunión de las juntas comunales de la zona, sobre lo que podría ocurrir si entraba la compañía petrolera, cuando el personal de Auditoría Ambiental S.A.S., empresa contratada por la multinacional Alange Energy para el Estudio de Impacto Ambiental (EIA), ya estaba a punto de finalizar su trabajo, previo al inicio de la sísmica.
Fue allí en reunión en la vereda Los Cauchos donde nació la protesta afianzada desde febrero de este año por el Comité cívico pro defensa de la cuenca del río Las Ceibas, al que Oliver Bonilla le reconoce su gran labor y el acompañamiento. Todos saben que gracias al Comité la lucha por terminar el temor y la pesadilla ante la amenaza, se acrecentó y tomó fuerza.
En el área como lo han venido haciendo desde tiempos inmemoriales, los campesinos seguirán cultivando sus parcelas la mayoría en zona de ladera desde donde se divisa bien abajo el río, sorteando cada semana toda clase de dificultades para sacar a Neiva sus cosechas y derivados de la producción agropecuaria.
“Son aproximadamente cuarenta familias de la zona las que con campesinos de Rivera y Palermo, abastecen cada sábado el mercado campesino de Calixto Leyva. Lo que más se produce es pollo, queso, frijoles, arvejas y frutales. Ahora somos cada vez menos. Con la venta de predios para la zona de reserva de la cuenca, a nosotros los campesinos nos ha tocado la cuota más alta para proteger la cuenca: abandonar, dejar nuestras tierras, afirma Ilder Vidal, presidente de la asociación de juntas comunales del corregimiento río Ceibas.
El jueves fue uno de los pocos campesinos que salió por las calles de Neiva y al estadio a celebrar. La hora resultó inconveniente para los demás ya que la última de las cuatro chivas que los transporta de regreso, parte de Neiva a las 5:00 de la tarde.
El ascenso es agradable hasta un poco más allá del reservorio donde termina el trayecto pavimentado. Desde allí la carretera es angosta y destapada y su estado de conservación es malo, por falta de mantenimiento.
Aunque para los campesinos de las cerca de 600 viviendas habitadas en la zona, no hubo celebración y sus condiciones de pobreza se mantienen, sin la pesadilla del petróleo podrán conciliar el sueño con un poco más de tranquilidad.
La dinamita utilizada en la sísmica 2D ya no toteará en un área de 55 kilómetros de la región, ni habrá pozo exploratorio como estaba previsto en el desaparecido e inolvidable contrato E&P VSM–13 que incluía tierras de los municipios de Neiva, Rivera y Campoalegre para la producción de petróleo. Su alerta por la situación del río se mantiene. Saben que es bravío y que en época de invierno los podría sorprender con una nueva avalancha que arrase con sus cultivos.