Las muertes que se pudieron evitar
Hechos insólitos que entristecieron al Huila y el país. Las negligencias que aún se recuerdan. Paradojas.

Un hecho insólito se escuchó esta semana. Una enfermera le quitó la virginidad a una paciente de 27 años en Pereira.
Dos cosas son las más sorprendentes: la primera de ellas es la forma como la profesional cometió semejante delito. Según la víctima, ella acudió a un centro de salud a practicarse la citología, no sin antes advertirle a quien la atendió que tuviera cuidado con su virginidad.
Como todo en nuestro país, ocurrió lo que no debió jamás suceder: le rompió el himen y como consecuencia, la desgraciada joven entró al mundo de las desprotegidas. Este hecho, a todas luces lamentable, hizo que muchos blogueros no cesaran de preguntarse sorprendidos: ¿es posible una pereirana virgen a los 27 años?
Esto no se quedó así, la justicia operó eficientemente y la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia (hágame el favor, un tribunal de cierre) condenó a tres meses de prisión a la inexperta enfermera. Una mujer más, encarcelada por tan bochornoso delito.
Este triste hecho contrasta con una feliz sentencia del Consejo de Estado. Henry Castillo, expolicía huilense y actual concejal de Campoalegre, le ganó una batalla jurídica a la institución que sirvió por varios años. Hizo que le permitieran a todos los policías del país utilizar bigote, un derecho que les había sido vulnerado a todos los uniformados desde 1997. Otra vez los magistrados coincidieron con los sabios camioneros de la Plaza San Pedro de Neiva, que desde hace más de 20 años estaban completamente seguros que era una injusticia que solo los altos oficiales pudieran lucir su cándido bozo. Como quien dice, ahora Palomino no será el único bigotudo.
Muerte anunciada
Luz Adriana Caballero a sus 27 años de edad, decepcionada de amor, tomó la decisión de envenenarse. Desesperada por la decisión le contó a su padre, quien la llevó al centro de salud de Campoalegre. Allá, los expertos galenos le dieron salida y según las versiones de persones cercanas le dijeron “que no era nada grave”.
Ese mismo día volvió a su casa, pero siguió grave y como el dolor era incontrolable, le pidió al papá que la volviera a llevar al centro de salud. Así fue, allá la atendieron y la hospitalizaron por más de seis horas, luego la volvieron a enviar para su casa.
Ya habían pasado más de dos días desde entonces y seguía grave. La volvieron a llevar al centro de salud del municipio, pero se agravó y tuvieron que remitirla a Neiva, donde murió. ¿Negligencia médica? ¿Se pudo evitar su muerte? La sabia justicia lo determinará. Este es el caso patético de una muerte anunciada, que perfectamente se pudo evitar.
Policía mató policía
Las locuras han llegado hasta la muerte. En un allanamiento policial ocurrido en Neiva, la siempre oportuna Policía Nacional llegó al lugar de los hechos, y sin verificar la nomenclatura del inmueble procedieron a invadir una vivienda. Quien la habitaba era un señor extraño, tal vez algo huraño, que ante los sujetos extraños que forcejeaban la puerta no dudó en abrir fuego contra ellos con su arma. Desde afuera, los uniformados no dudaron valientemente en disparar y disparar, con tan mala suerte que terminaron hiriendo de muerte a quien habitaba el lugar.
Todos los policías quedaron sorprendidos cuando ingresaron al sitio, vieron que no era un lugar clandestino donde pernoctaban delincuentes, sino que allí vivía un solitario expolicía, que por su sordera nunca escuchó el llamado oficial que le advirtió que se trataba de un operativo. Murió inocentemente.
La misma suerte tuvo un joven que permanecía a altas horas de la noche en un parque del barrio Las Granjas, de Neiva. La Policía lo requirió y luego de un cruce de palabras, uno de los uniformados hizo un disparo al suelo que luego rebotó e hirió de muerte al joven. Hubo escándalo y destitución policial. ¿Otra muerte inocente? La sabia justicia lo determinará.
Por último, es necesario recordar que en el municipio de Gigante, por robar a un anciano solitario, un delincuente lo asesinó de una pedrada y después huyó. La justicia que irradia los rincones más solitarios, encontró al joven y lo encarceló.
Son muchos más los hechos paradójicos que se pudieron evitar. Para no ser crueles hay que afirmar que la Corte Constitucional este año ordenó a todos los hijos cuidar a sus padres. Una afirmación imperativa que vienen practicando por costumbre la gran mayoría de los ciudadanos desde que se fundó la República. Sin embargo, solo hasta este año la Corte se tomó el atrevimiento de decirlo. Otra decisión acertadísima.
Ahora que se habla tanto del Chinkunguña y de la incapacidad de las autoridades sanitarias del Huila para controlarlo, les comparto un pendón donde nos explican lacónicamente las ventajas de la “vacuna espiritual contra el Chinkunguña”. Esto, no sin antes, aconsejarles que las fichas de turno son una, y no dos, ni tres, como lo aconseja muy estéticamente Bancoomeva en Neiva.
No olviden que los fines de semana y días festivos no roban en el microcentro de Neiva, por lo que todos los motociclistas no tienen prohibido llevar parrillero.
Ojalá el otro año las paradojas no tengan que ver con las muertes que se pudieron evitar…