domingo, 14 de septiembre de 2025
Actualidad/ Creado el: 2015-04-25 09:12

Jimena Ochoa, la huilense víctima del conflicto que participó de los diálogos de paz

La huilense Jimena Ochoa, una de las 60 víctimas del conflicto que viajó a La Habana para ser escuchada por parte de la mesa de diálogos conformada por el gobierno Nacional y las FARC, le narró a DIARIO DEL HUILA, que hicieron antes y durante el viaje en el que compartió con otros damnificados por la violencia como Herlindo Mendieta y Aida Abella.

Escrito por: Redacción Diario del Huila | abril 25 de 2015

El punto sobre las víctimas del conflicto armado, el quinto que se discutió en La Habana, que tuvo que ver con el tema de víctimas estuvo en el centro del acuerdo gobierno y las FARC, en total 60 personas representaron a las más de seis millones de damnificados por el conflicto. 

Dentro de una de las delegaciones de víctimas que estuvieron cara a cara con la guerrilla se encontraba Jimena Ochoa, una huilense que sufrió el secuestro de su madre y el robo de años de su trabajo en manos del grupo insurgente. En diálogo con DIARIO DEL HUILA esta mujer narró lo que pasó antes y durante el viaje a Cuba. 

Usted es considerada una de las víctimas más emblemáticas del país, ¿Qué piensa de esto?

Creo que  en primer lugar eso es generosidad de los colombianos pero también es que vengo de una familia campesina ganadera que ha sufrido como todos saben los ataques de la violencia y en esa medida pienso que como no solo yo, la mayor parte del conflicto se ha desarrollado en el campo, de alguna manera yo podría ser un caso muy común de lo que es el universo de víctimas, no me atrevo a decir que represento a nadie, pero sí que soy un caso de los muchísimos que hay de mujeres campesinas víctimas del conflicto.  

Son dos los hechos por los que es considerada como víctima...

Mi madre Celmira Sánchez fue secuestrada por el decimotercer frente de las FARC en el año 1990 y después durante la vigencia de la zona de distensión en San Vicente del Caguán  en el año 1999 nos robaron todo el ganado que teníamos en la finca, el trabajo de por lo menos 4 o 5 años de toda una familia. 

¿Qué tan importante es que las víctimas hayan estado en los diálogos?   

Este proceso de paz es muy especial por la participación que el gobierno le ha dado a las víctimas, la posibilidad de hacer oír la voz de las víctimas es lo que va a hacer que este proceso sea sostenible en el tiempo y que verdaderamente nos lleve a la paz, este gobierno ha tenido el acierto de darle voz a las víctimas. Por eso terminé yendo a La Habana, tengo que señalar que yo he sido crítica de algunos aspectos del proceso, he sido crítica por ejemplo en cuanto a la proporcionalidad y representación de las víctimas de distintos actores del conflicto, me parece que deberían haber ido más víctimas de las FARC porque es un proceso con ellos, pero son detalles en los que no debemos detenernos, me parece importante que nos hayan permitido participar a todas las víctimas de los actores del conflicto y eso es un hito muy importante. 

¿Cómo le dieron la noticia de que tenía la posibilidad de viajar a La Habana y participar como víctima en el proceso de paz?

Estaba tranquila en mi casa, había acabado de volver de la finca, me estaba quitando las botas, cuando el doctor Carlos Medina Gallego de la Universidad Nacional me llamó, se identificó y me dijo que existía la posibilidad de que fuera a La Habana, creo que inmediatamente le dije: sí señor, porque creo que el aporte para el país aunque uno sea crítico por la forma en que se llevan las cosas, es un deber de todos los colombianos. 

¿Cómo se prepararon para asistir a la mesa de diálogo?        

Llegamos a un hotel en Bogotá, donde uno conoce y se entera de quiénes son las demás personas que van a ir en la delegación, fue un grupo muy heterogéneo, me imagino que  poner ese  equilibrio es muy delicado, porque es gente de todas las regiones, víctimas de diferentes hechos y actores, de todos los estratos socioeconómicos y de oficios diferentes, es como tratar de extractar un pequeño universo de este país. No sabía quiénes iban a ir, los organizadores son quienes nos recibieron, hay algo que es importante y que sucede de manera espontáneamente  y es el respeto entre las víctimas de distintos actores. 

¿Cómo es el compartir con personas víctimas de otros actores armados en medio de un proceso de paz que se hace con la guerrilla?

Es muy curioso porque yo en este proceso fui como parte representante de la Colombia campesina ganadera y a nosotros nos asocian mucho con la derecha, había gente que era muy representativa de otras tendencias, estaba Aida Abella y llegamos a manejar la situación con mucho respeto por las ideas de la otra persona, con mucha confianza, aprecio y eso no quiere decir que nos pongamos de acuerdo.

Un momento después de la intervención de cada uno frente a la mesa de negociación, nos propusieron que hiciéramos un comunicado de prensa y hubo unas personas que inmediatamente sugirieron que pidiéramos el cese al fuego bilateral y me acuerdo de haberme dirigido a Aida Abella y decirle: Doctora, la respeto mucho pero disiento de esa proposición, no creo en el cese al fuego bilateral, porque el único actor armado de victimización no son las FARC y no se le pueden amarrar las manos a la fuerza pública porque la población quedaría desprotegida frente a esos otros actores, no comparto esa posición de pedir el cese al fuego. Fui muy firme y muy respetuosa y así es como se deben manejar las diferencias.   

¿Fue con algún tipo de prejuicio?

He sido crítica al proceso y la verdad tenía algunas desconfianzas como que no me iban a dejar decir lo que yo quería, cuando me dijeron que si yo iba para La Habana, pasé como dos o tres días encerrada en la casa preparándome y cuando llegué a la reunión en Bogotá que es la tarde previa al viaje, llevaba mi intervención escrita, impresa y con copias, porque no iba a permitir que me le cambian una coma, debo decir que nunca intentaron cambiarle nada y que hubo respeto total por lo que cada uno quería decir, eso lo aprecio y lo agradezco mucho.   

¿Cómo fue el viaje y que pasó al llegar a La Habana?   

Al otro día de reunirnos en el hotel  salimos muy temprano, el viaje es muy largo, cuando llegamos hicimos  una reunión preparatoria para ver en qué orden íbamos a hablar, si íbamos a hacer un acto simbólico antes de empezar y todo transcurrió muy bien. Los anfitriones cubanos son de una inmensa generosidad, uno sabe las dificultades que pasa el gobierno y el pueblo de Cuba, se vio el deseo de los cubanos de que tuviéramos una estadía agradable, uno se siente muy bien rodeado con la gente de la Conferencia Episcopal, de la Universidad Nacional y de las Naciones Unidas que hacen un trabajo excelente.

Definimos el orden en que íbamos a intervenir, yo hablé primero por una razón sencilla y es que yo ya llevaba lo mío muy preparado y cuando empezamos a hablar del orden les dije que si nadie quería lanzarse al agua primero yo lo podría hacer, tenía mi intervención lista y  porque ya estaba tranquila con lo tenía planeado decir y dije.   

¿Qué pasó cuando estuvieron frente a la mesa de diálogos?    

Hicimos un acto simbólico en apoyo al proceso de paz, pusimos unos papelitos en unas urnas que se abrirán en el momento que se firme el acuerdo y son los sueños que se queremos cumplir cuando llegue ese momento. Después empezamos a exponer cada uno su historia, esa es la parte dura porque cuando uno ya ha procesado y asumido lo que le paso, ya no llora por la historia de uno, pero escuchar las historias de los compañeros es durísimo, para mi entorno familiar y de amigos tengo fama de ser muy seria, estoica y austera pero no pude evitar que se me salieran las lágrimas escuchando las historias de los demás, lo que ha pasado en este país ha sido terrible. Era necesario para las FARC escuchar de la voz de las víctimas y escuchar como es la historia desde el otro lado del arma.  

 

¿Cómo fue el momento?

Tenso, entre otras cosas porque las FARC se negaban a aceptar la condición de víctima del General Mendieta, fue un momento de bastante tensión, pero tengo que reconocer que los representantes de las FARC siempre fueron respetuosos con las víctimas que estuvimos allá aunque dijimos cosas muy duras, pero nunca nos agredieron o amenazaron, en ese momento estaban plenamente conscientes de que seguramente sería difícil pero había que oír a las víctimas y eso me parece que es un gran avance en la mesa de negociación porque nunca se ha logrado que un victimario oyera a su víctima.  

 

Ahora entre algunos de los que viajaron a La Habana han organizado asociaciones, ¿Que están haciendo en ellas?  

Había sobre todo entre las víctimas de las FARC mucha desorganización, mucha falta de comunicación y eso no nos permitía incidir en los escenarios donde se debe hacer, el 9 de abril día mundial de las víctimas creamos la Federación Nacional de víctimas de las FARC porque hay asociaciones de víctimas del estado o de los Paramilitares, pero no había una de esta guerrilla. Nuestra misión es agrupar a las diversas asociaciones y personas naturales que han estado dispersas y sin tener la comunicación que hace falta, segundo oír a las víctimas y también servir de canal de todas esas inquietudes hacia las instituciones del gobierno Nacional, queremos que el trabajo de la Unidad de Víctimas reciba nuestro aporte y que todas las instituciones del gobierno que están involucradas tengan una forma eficiente de llegar a las víctimas.     

 

¿Cuál es su sueño si se llega a firmar el proceso de paz?

Dos cosas, uno fue el que consigne en el urna, cuando mi mamá estuvo secuestrada hubo un guerrillerito, un muchacho joven que mi mamá lo bautizó ‘el loquito’ porque cantaba y bailaba solito, pese a las condiciones tan duras él siempre la trató con respeto y siempre trató de infundirle ánimo, le decía que se tranquilizara que iba a salir, que con nosotros no había problemas de narcotráfico o corrupción, solamente que teníamos que dar una contribución para el movimiento, uno de mis sueños es, si no se ha muerto,  ayudar a reincorporar al loquito a la vida civil y el segundo es devolverme a la finca, no tengo aspiraciones políticas me aterra la idea de que me encierren en una oficina ocho horas al día, aspiro a poder irme a seguir trabajando, a vivir en paz, a generar empleo de calidad y cuando llegue mi hora que mis cenizas las esparzan en mi guadual y sea el último servicio que le pueda dejar a la tierra que quiero tanto.     

 

¿Qué opina del perdón, cree que se puede perdonar en estos casos?

A mí no me gusta hablar de ese tema porque considero que es un tema personal y eso no se maneja en público, además considero que se ha convertido en un instrumento de victimización porque prácticamente a las víctimas se les exige que perdonen y eso no puede ser así. Yo puedo decir que estoy en paz con lo que sucedió que no le deseo mal a ninguno de los que me hizo mal pero creo que el tema del perdón debemos sacarlo de la agenda y no se puede imponer desde el estado.  

 

¿Usted ha pedido que se socialice más el tema de la justicia transicional?  

Pienso que los colombianos debemos hacer la tarea de ir pensando en esta justicia transicional, eso quiere decir ir buscando oportunidades para la paz con unas herramientas distintas a las que ya hemos usado y no nos han funcionado, yo le decía a alguien, que a mí no me reparan o mi vida no mejora con saber que alguno de los que me hizo daño a mi o a mi familia lo condenaron a 40 o 60 años de cárcel, eso no cambia mi realidad.

Queremos soluciones que por supuesto la persona se entere de que la sociedad rechaza lo que hizo, no soy partidaria de la impunidad, pienso que una sanción de cárcel si la persona que la recibe la asume como una oportunidad para serenar el espíritu, para dedicarse a estudiar, para mejorar su proyecto de vida y para situarse en el mundo desde otra perspectiva, me parece que puede ser incluso constructivo, pero no debe consumirse la vida entera a una persona, no se trata de dejarlo sin oportunidades.