Escombros y polvo después del desalojo
Cerca de 180 familias fueron desalojadas del asentamiento Oasis III. En el lugar, ubicado al sur de Neiva, las viviendas fueron destruidas y sus habitantes se llevaron sus pertenencias en camiones facilitados por la Alcaldía Municipal.

Luis Felipe Lobatón permaneció al lado de los colchones, la tubería, un pequeño estante desocupado que encima tenía un panal de huevos a la deriva y otras pertenecias. Estuvo vigilándolas. Él y sus hermanos llegaron al asentamiento Oasis III hace un año.
Ellos son solo una de las 75 familias que fueron desalojadas -cifras de la Alcaldía de Neiva- del asentamiento Oasis III del sur de la capital huilense. Lobatón dice que son 180. La zona limita con los apartamentos Bosques de San Luis.
Todo empezó cuando se acercaban las nueve de la mañana de ayer. El procedimiento se llamó “Restitución de predios en el proyecto Cuarto Centenario” y participó la Administración Municipal. Los hombres antidisturbios y patrulleros se mantuvieron vigilantes. Las máquinas, las volquetas y los camiones estaban listos para hacer efectivo el desalojo.
El miércoles recibieron la orden. 24 horas para abandonar los lotes y buscar un nuevo lugar para vivir. Las autoridades cortaron el fluido eléctrico, los habitantes hicieron una cadena humana para no dejar pasar a nadie. “Llegaron con grúas, con todo”. Para esparcir a las personas se tiraron gases, “no lacrimógenos”, aclaró Luis Felipe.
Poco a poco las camas, las sillas, los equipos de sonido y de televisión, tejas de zinc y hasta guaduas se fueron acomodando fuera de las construcciones. Las casas de tabla, guadua y algunas de ladrillos y concreto las desarmaron sus dueños y también por las máquinas cuyos operarios hicieron su tarea.
La Alcaldía Municipal manifestó en un comunicado que todo se realizó “con garantía de derechos. La Personería, Comisaría, Policía de Infancia y Adolescencia, la Inspectora Tercera de la Policía, Dirección de Justicia, Secretaría de Gobierno y Policía Metropolitana estuvieron haciendo acompañamiento”.
Las personas se han inscrito en una lista para una posible reubicación. La incertidumbre se confunde con el polvo que se esparce por los escombros. En los rostros el desconcierto y cierta rabia porque un habitante de la zona les cobró la conexión de agua, de energía eléctrica e iba a hacerlo para el alcantarillado.
Luis Felipe volverá a la casa de su madre en el corregimiento El Caguán, de donde salió por condiciones de hacinamiento. Otros irán a otros asentamientos y algunos más piensan en invadir luego.
“Hay que aclarar que la restitución se realizó no solo porque estaban interfiriendo con el desarrollo del proyecto de vivienda Cuarto Centenario, sino porque se encontraban en zona de riesgo y además realizando ocupación ilegal de los predios”, advirtió el comunicado oficial.
En medio de los destrozos, el sol, el viento y los sonidos de las máquinas, Lobatón y sus hermanos tomaron gaseosa Cóndor, pan y partieron una larga salchicha.