48 años de opinión libre y de información del acontecer
Desde sus comienzos, el Diario abrió sus páginas a los intelectuales y personas inquietas que tuvieron así un espacio para expresar sus opiniones y dar a conocer sus realizaciones en los campos de la literatura.

JORGE ALIRIO RÍOS OSORIO
Especial para Diario del Huila
El día 8 de agosto de 1966 apareció el DIARIO DEL HUILA y en sus páginas daba cuenta de la posesión del tercer presidente del Frente Nacional, Carlos Lleras Restrepo, cuyo programa de gobierno se denominaba Frente de Transformación Nacional.
La creación del Diario fue una iniciativa audaz del médico y dirigente conservador, Max Duque Gómez, secundado por su hijo el abogado Max Francisco Duque Palma, para dotar al Huila de un periódico de diaria circulación, no solo al servicio del conservatismo sino abierto a todas las manifestaciones del pensamiento, orientación que ha mantenido hasta hoy. No resultaba fácil consolidar una empresa de esta naturaleza, sin la experiencia necesaria en el campo del periodismo y en un ambiente industrial y comercial pequeños, donde se dificultaba establecer una pauta publicitaria suficiente para el sostenimiento de la empresa.
Desde sus comienzos, el Diario abrió sus páginas a los intelectuales y personas inquietas que tuvieron así un espacio para expresar sus opiniones y dar a conocer sus realizaciones en los campos de la literatura, la historia, las artes escénicas, las artes plásticas. De igual manera ha sido un espacio permanente para la expresión de las ideas políticas de las distintas vertientes ideológicas y partidistas. Así mismo, las comunidades han encontrado siempre en este medio un canal de manifestación de sus problemas, inquietudes y quejas cuando sus necesidades no son atendidas. Un quehacer de enorme calado popular como lo son los deportes, cuenta en el Diario con una sección de amplia y permanente de información.
Para los historiadores que en el futuro deseen investigar sobre el acontecer del Huila actual, en los archivos del DIARIO DEL HUILA tendrán una valiosa fuente de información. En sus páginas está buena parte del transcurrir de este departamento y de la región surcolombianana, en la era moderna. Es falsa la creencia de que los periódicos, al día siguiente, ya son basura. Si eso fuera cierto, cuando uno termina de leer un libro, éste se convertiría en un objeto inservible. La mayoría de los documentos escritos tienen alguna clase de valor para el futuro.
En una crónica anterior hicimos un recuento de la parte anecdótica del lapso en que estuvimos vinculados al Diario en calidad de editorialista, columnista y, ocasionalmente, cronista. Hagamos de acuerdo ahora de los encuentros entre amigos, amantes del tema cultural, cuando allí en la vieja Hacienda Matamundo, en donde funcionaba el Diario, departíamos al calor de un tinto o de una botella trago, sobre poesía, novela, historia o los últimos hechos de la política regional y nacional. A la memoria vienen los nombres de Aldemar Mosquera Lara, Fernando Ardila Peña, Misael García García y, desde luego, Darío Silva Silva, extraordinario conversador y de una memoria portentosa, capaz de memorizar todos los libros que había leído. Se decía entonces que con Darío no se podía conversar sino oírlo conversar a él pues no daba oportunidad de hablar a los demás. Pero era delicioso escucharlo con su gran desparpajo y agradable voz.
Sin duda el Diario contribuyó a crear un ambiente que de alguna manera sacudió el letargo heredado de los tiempos de la Colonia. Y constituyó un estímulo al espíritu crítico y analítico en el Huila. Contribuyó y continúa contribuyendo al despertar de la región con la mirada puesta en el horizonte de un porvenir promisorio y posible.