‘El que tenga tienda que la atienda’
Las tiendas de barrio y supermercados pequeños se convirtieron en una alternativa para el abastecimiento en medio de la coyuntura de la cuarentena en diferentes ciudades del país y Neiva, con sus más de 2.000 tiendas, no fue la excepción.

Por Rolando Monje
Un personaje clave en los barrios de cualquier ciudad colombiana es el tendero o la tendera y ese es precisamente el primer encanto que tienen las tiendas de barrio ya que ‘don tal’ o ‘doña tal’ no tendría mayor atractivo, de ahí que dicho popular “el que tenga tienda que la atienda” toma todo su sentido.
Sin excepción todos tenemos en nuestra mente una tienda, en el barrio, en el pueblo, en la ciudad, en la vereda, en el camino o la de la esquina, que es la más popular, aunque no se ubique en ese punto del sector siempre será ‘la tienda de la esquina’, donde puede que no encuentre muchas cosas, pero no ha de faltar la calidez humana expresada en confianza, en aglutinante social, en identidad barrial.
Aunque la proliferación de grandes superficies, pusieron en riesgo su permanencia en el mercado, en los últimos años el peligro lo tienen en las superficies de bajo costo que han invadido los barrios. Quizás desplacen o acaben las tradicionales tiendas en algunos lugares y las ventas de algunos productos, pero jamás desplazarán a las ‘tiendas de la esquina’ así ocupen cuatro esquinas y más, porque no podrán vender dos huevos ni fiar media libra de sal.
Las frutas y verduras han sido los productos más vendidos por las populares tiendas de la esquina.
Tampoco podrán desplazar a don Carlos ni a doña Clarita ni a don José, los tenderos, esos amigos, seres humanos muy humanos que escuchan, que saben de las penas y carencias de sus clientes, que hablan de fútbol y de política, incluso dudando fían porque el que fía se quedó en la tienda porque solo confían en Dios.
Con la llegada de la pandemia las tiendas de barrio tomaron un nuevo aire, pues se convirtieron en el proveedor permanente de los habitantes, incluso recurrieron a iniciarse en los domicilios para facilitarles a sus usuarios sus productos y todo por el mismo precio.
“Aunque la gente casi no venía a comprar, aquí se vendió bastante la cebolla, el tomate y las verduras, eso es lo que más rápido se les acaba a las personas en sus casas y siempre vienen aquí por más”, manifestó Cristóbal Sánchez, quien atiende una tienda en el barrio Cándido. “Debido al temor que tienen algunos vecinos de salir de sus casas, me tocó a mí mismo hacer los domicilios y caminar varios metros para no perder la venta”.
“Mi tienda es pequeña, por eso toca así, hay que entender que muchos no quieren tener contacto con nadie y prefieren que uno mismo sea el que le lleve la bolsa a la casa con la comida que necesitan, uno no puede negarse”, añadió el tendero.
A medida que la cuarentena iba avanzado y la imposición del pico y cédula por parte de las administraciones municipales, como en el caso de Neiva, la manera de consumo fue cambiado generando que los usuarios prefieran hacer sus compras en almacenes de bajo costo (68,5%) y en tiendas de barrio (53,3%), según un informe realizado por la plataforma de estudios de mercado LookApp.
Aunque durante la cuarentena las ventas en promedio aumentaron, esperan que la buena racha continúe.
Mientras más del 60% de los grandes comercios reportaron reducción en sus ventas, las más de 278 mil tiendas de barrio del país, de las cuáles más de 2.000 están en Neiva, el panorama durante la cuarentena ha sido totalmente diferente pues sus ventas aumentaron, pero la estrategia de ventas cambió.
Hoy en ciertos barrios -que ya no se pueden llamar barrios- de grandes ciudades hay cada vez menos tiendas de la esquina, pero siguen existiendo en muchas partes. La pandemia les devolvió importancia, porque son referentes en esos pequeños mundos y precisamente esta situación está haciendo circunscribir la vida a los pequeños espacios autosuficientes, los barrios, por aquello de no poder-deber recorrer largas distancias, de tener que moverse en entornos reducidos en donde entonces se deben satisfacer casi todas las necesidades.
Han sido tan buenas las ventas de los tenderos, que en febrero cuando no se esperaba la cuarentena las ventas promedio eran de $5.250 por persona para pasar a finales de marzo cuando ya se esperaba la cuarentena a un promedio de 12 mil pesos.
Para don José Hernández la cuarentena lo terminó favoreciendo, según dice: “Antes de todo esto el negocio iba de capa caída, porque estamos cerca de un supermercado grande, pero las restricciones del gobierno hicieron que la gente se acercara más, igual nos ayudamos mucho con los domicilios, y que seguiremos haciendo cuando todo esto pase”, manifestó.
Las cifras muestran que las tiendas de barrio en las principales ciudades del país, captan más del 48 por ciento de todo el mercado de la canasta familiar; mientras que en las pequeñas poblaciones su participación se fortalece en un 62 por ciento. Además, no solo aportan económicamente al país, sino que también generan empleo. Un estudio arrojó que 4,25 personas son empleadas por cada uno de estos negocios.
Las grandes superficies les han hecho y harán algún daño a las tiendas, pero es y será un daño también ‘superficial’, porque jamás podrán penetrar en el sabor de la tienda, jamás podrán tener su alma, su aliento y su calidez.
Aunque no necesariamente todas, otro ingrediente maravilloso de esas tiendas que les agrega más sabor es que quedan en la misma casa del tendero. Recuerdo a veces la tienda por alguna extraña circunstancia cerrada y uno tocando en la puerta con el fin de comprar algo urgente para alguna receta ya en proceso. ¿Se imaginan tocando en ese gran supermercado cuando esté cerrado? ¿Saldrán los accionistas?